Encuentro de escritores bolivianos y el espejo de la vida por Javier Claure C.
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Javier Claure C. leyendo su poesía |
Integrantes de la danza de los tinkus y Javier Claure
(Estocolmo) Javier Claure C.
A principios de junio viajé a Madrid por dos
razones: primero para asistir al Tercer Encuentro de Escritores Bolivianos que
se celebró entre el 5, 6 y 7 de junio. Y segundo para presentar mi último
poemario que se titula ¿De qué espejo está hecha la vida?
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Luis Compés y Javier Claure, Presentación del poemario ¿De qué espejo está hecha la vida? (Madrid) |
Este viaje no solo representó una oportunidad para
compartir mi obra, sino también para sumergirme en un espacio de reflexión
colectiva entre escritores que, como yo, buscaban dar forma y voz a la
experiencia humana. Así, al llegar al encuentro, el primer día se inició, en la
biblioteca pública «Pedro Salinas», con la presentación de los participantes.
Se dieron a conocer poetas, periodistas y ensayistas. Fue un acto cargado de
emoción y simbolismo, en donde cada escritor compartió la historia de su obra. Y,
en consecuencia, se manifestó una reafirmación cultural de un país andino que
desde la época precolombina tuvo grandes escritores y poetas.
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Participantes en el Encuentro de Escritores Bolivianos en Madrid |
La danza de los Tinkus, típica del folklore
boliviano y profundamente arraigada en las culturas originarias del altiplano
boliviano, iluminó con fuerza ancestral el salón de la biblioteca. Surgió un
estallido de colores, de ritmo y de un espíritu comunitario que transformó el
espacio literario en un escenario de resistencia cultural y celebración
identitaria. Los danzarines, ataviados con trajes bordados con motivos andinos,
cascabeles que repiqueteaban con cada paso y tocados de plumas multicolores
bailaban con la fuerza de la tierra que representa su danza. Al compás de la
música ejecutaron movimientos enérgicos, con giros marcados, saltos ágiles y
simulacros de combate evocando los antiguos enfrentamientos ceremoniales entre
comunidades indígenas, donde el «tinku» (encuentro, en quechua) era un acto
tanto físico como espiritual.
El segundo día se llevó a cabo en el «Espacio Ronda
Centro Cultural». Estuvo marcado por una serie de lecturas de poemas,
fragmentos de cuentos y ensayos. Los participantes ofrecieron un vistazo íntimo
de sus mundos literarios. El auditorio se convirtió en un espacio de resonancia
emocional, en donde cada palabra leída parecía flotar en el aire con un peso
propio. La cantante boliviana Liz Scott nos regaló una tarde mágica llena de
emoción y orgullo por nuestras raíces. Con su voz suave y clara nos transportó
a la «llajta» (pueblo, tierra de origen), a ese rincón amado del corazón andino
donde florecen las tradiciones. Cada nota de sus canciones evocaba la calidez
de un pueblo que canta su historia. El ritmo de la cueca y los aplausos del
público se fundieron, en el escenario, como un homenaje vivo a la cultura
boliviana.
Finalmente, el tercer día fue la guinda de la torta.
Una antología que se titula «Literatura boliviana en la tierra de Cervantes»,
fruto del esfuerzo y la inspiración de diversos autores, se presentó con
orgullo en la prestigiosa Feria del Libro de Madrid. Bajo un sol abrasador que
alcanzó los 37 grados, la obra —editada por la editorial Aliar— encontró su
lugar entre miles de propuestas internacionales, brillando con luz propia. El
calor no opacó el entusiasmo. La caseta de la editorial se convirtió en un
rincón de Bolivia en el corazón literario de España. Los participantes
emocionados firmaban ejemplares y conversaban con el público. Desde el Parque
del Retiro de Madrid se envió al mundo un claro mensaje: Bolivia escribe, sueña
y aporta.
Asimismo, ¿De qué espejo está hecha la vida? se
exhibió en la Feria del Libro de Madrid, firmé el 9 de junio por la tarde. Y el
12 de junio a las 19:00 hrs. tuvo lugar, en el Centro Cultural Notting Hill de
Madrid, la presentación de mi poemario. El evento fue organizado por la
Asociación de Escritores de Madrid. Y la ceremonia la inauguró su presidente,
Luis Compés, con unas palabras de bienvenida. Acto seguido, surgió una amena
conversación entre Compés y mi persona. De esta manera pude compartir el
proceso de escritura de mi obra, y las emociones que atravesaron su creación.
Expliqué, entre otras cosas, que este poemario no trata de fiestas, de trajes
multicolores ni tampoco está adornado con simples palabras, sino más bien está
escrito frente a las luces, pero también frente a la oscuridad de este mundo
que nos ha tocado vivir. Con un tono íntimo y firme, leí varios de los poemas
incluidos en el volumen. Eran versos acompañados con reflexiones sobre el amor,
la muerte, la familia, la migración, las injusticias sociales; etc. Compés leyó
un poema de mi libro. Y algunos miembros del público también leyeron, en voz
alta, otros poemas del mismo libro; resaltando así la variedad temática y el
lenguaje de los versos. Mientras el sol desaparecía, la tarde se cerró en un
ambiente de gratitud y poesía compartida.
En resumidas cuentas, el poemario fue bien recibido
como una obra necesaria capaz de tocar fibras profundas en estos tiempos de
guerras, de mentiras y de mucha injusticia.
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