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blog de la Revista digital de cultura Archivos del Sur desde Buenos Aires dedicado a los ensayos y crónicas - Argentina Año 19- edición 237- enero de 2021- Registro de la propiedad intelectual Nro. 5343801 -Revista Archivos del Sur -La revista Archivos del Sur es propiedad de Araceli Isabel Otamendi Directora- Editora: Araceli Isabel Otamendi-La editora no se hace responsable de la opinión de los textos y notas firmadas
domingo, 31 de enero de 2021
La catábasis es la anábasis en la poesía de Jorge Teillier (poema XXIII) - Márcia Batista Ramos
viernes, 11 de diciembre de 2020
Algunos tonos de nuestro tiempo- Christina Ramalho
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Christina Ramalho |
(Río de Janeiro) Christina Ramalho
Nuestro mundo, en la visión de Lipovetsky y Serroy (2011), día a día parece dar la espalda al ideal democrático de justicia social. Y por hacer falta un modelo alternativo que sustituya al mercado, injusticias, diferencias extremas y excesos probadores sumergen a los ciudadanos en la desorientación y en el miedo al «siempre menos».
Bajo esta dura realidad, está la propia historia de la humanidad, que se orientó por una postura axiomática, cuyo código organizacional presuponía un conjunto más o menos fijo de valores que sustentaban una estructura social de poder científico, moralizante, masculino y, principalmente, opresor, definiendo «campos» de actuación y de existencia marcadamente orientados por la relación entre dominadores y dominados.
El mantenimiento de ese binomio, sin embargo,
costó siempre muchas vidas humanas y definió las acciones bélicas como caminos
inevitables para el establecimiento y la permanencia de estructuras jerárquicas
y antropocéntricas de poder político, religioso y económico. En el siglo veinte
y uno llegamos a un punto máximo de crueldad, dónde condiciones miserables de
vida conviven con signos de una opulencia absurda.
Rehenes de su tiempo, como también son los seres
humanos que las producen, las artes y la literatura no escaparon a
representaciones muchas veces pasivas que han consagrado ese binomio opresor,
que llegó, incluso, a fundar héroes cuyo patrón violento de acción iba contra
la propia visión de lo humano, incluso en tiempos cristianos, en los que,
supuestamente, circulaban palabras de amor al prójimo y de temor a la justicia
divina.
De ese modo, personajes emblemáticos como
Aquiles, Ulises, Eneas, El Cid, Roland, entre innumerables otros, demarcaron la
acción violenta y una experiencia exagerada de la muerte como paradigmas
eurocéntricos para la inserción de lo humano en el mundo, generando perfiles
heroicos invariablemente relacionados a las tensiones bélicas y a las
representaciones de un poder ligado a la fuerza física, a la supremacía de las
armas ya la eliminación del otro como única forma de supervivencia del ser,
cuando entre ambos se interponía un mismo objeto de deseo, sea este objeto un
liderazgo político, un status religioso, un mercado comercial, e incluso una
mujer, en la concepción objetual a partir de la cual las mujeres fueron
milenariamente consideradas. De ahí la visión de Sócrates Nolasco (2001) al
decir que: «Desde los griegos, morir con honor es morir por el gladio, tanto en
la esfera política como amorosa» [mi traducción].
Este encaminamiento de la presencia humana en el
mundo definió lo que Bourdieu (2002) llama “estructuras de dominación” [mi
traducción]. La dominación es producto de un trabajo incesante de reproducción
de diversas formas de poder, para el cual contribuyen agentes específicos
(entre ellos los hombres, con sus armas como la violencia física y la violencia
simbólica) y también las instituciones (2002, p. 46). El escapar de esas
estructuras, a su vez, también estableció múltiples zonas de confrontación
entre opresores y oprimidos, aunque, como afirma el propio Bourdieu, “Las
pasiones del habitus dominado (desde el punto de vista del género, de la etnia,
de la cultura o de la lengua), relación social somatizada, ley social
convertida en ley incorporada, no son de las que se pueden sustentar con un
simple esfuerzo de la voluntad, basado en una toma de conciencia liberadora”
[Mi traducción de Bourdieu, 2002, p. 51].
Es decir, la imposición de violentas estructuras
de dominación también determinó condiciones psíquicas de aceptación de la
sumisión como forma de existir, lo que, por un lado, congela la energía
transformadora que, por supuesto, debía encaminar el ser humano a la búsqueda
de la felicidad.
En el ámbito literario representativo de la
épica griega, por ejemplo, los simbólicos veinte años de resignación de
Penélope a una situación de total sumisión a la estructura masculina de poder,
presa que estaba a una condición objetual de cuerpo deseado a partir del
vínculo simbólico con el poder que su inscripción social como esposa de Ulises
le confería, y la supuesta condición de “heroína femenina” perpetuada en la
recepción cultural a su imagen son metáforas reveladoras del modo como las
“pasiones del habitus dominado” también sirvieron para el mantenimiento de esa
estructura antropocéntrica de poder.
A las relaciones de género y étnicas, que
orientaban la formación de las identidades culturales, imponiendo patrones
violentos (tanto físicos y psicológicos) de dominación a los que poco a poco
comenzar a reaccionar las llamadas “minorías”, se asocia una implacable
organización económica que resultaría, en el siglo XXI, en un mundo
globalizado, cuyas relaciones humanas son mediadas por la fuerza del mercado
financiero o, más claramente, por el poder del dinero. Por lo tanto, de las
milenarias tensiones bélicas entre esas estructuras jerárquicas, siempre
orientadas por incesante búsqueda por el poder antropocéntrico, político,
religioso y financiero, resultó una sociedad marcada por la ausencia de lo que,
paradójicamente, sería el hilo conductor de la propia Historia: lo humano.
En medio de esta realidad, se desarrolló,
además, una espectacular evolución de la tecnología, que promovió la máquina a
una condición prácticamente definitiva de mediadora de las relaciones humanas,
lo que trajo a los siglos XX y XXI cuestiones como las que levanta Tomás Tadeu
da Silva (2000) acerca del término del humano y del comienzo de la máquina.
Bauman, a su vez, perfecciona ese cuadro,
analizando, en el universo del Estado moderno, los procesos simbólicos que
orientan y sostienen la exclusión e incluso la eliminación social de
determinada parcela del (supuestamente) humano. De allí vienen los «sans
papiers» y la idea de «unwertes Leben», es decir, la reencarnación
del «homo sacer» y del derecho soberano de descartar y excluir a
cualquier ser humano que ha excedido los límites de las leyes humanas y
divinas, y de transformarlo en un ser a que las leyes no se aplican y cuya
destrucción no acarrea castigos, una vez que no hay sentido ético o religioso
en su existencia (2002, p. 151).
La violencia del panorama contemporáneo de las prácticas sociales amplía, por lo tanto, la propia tradición bélica, que, por ejemplo, en la literatura, sale, a partir del siglo XIX, del campo macro casi exclusivo de las guerras y enfrentamientos reportados por la
tradición
clásica (y sus derivados) para el campo de los homicidios, epidemias, saqueos,
recogidos también del espacio micro de lo cotidiano, tal cual se recoge de
obras brasileñas como las novelas de Rubem Fonseca y Patricia Melo, sólo para citar
dos ejemplos.
Así, la violencia logra ser más fuerte que la
resistencia de las minorías, entre las cuales están las mujeres, cuyo espacio
de representación en la sociedad se instauró, definitivamente, sólo en el siglo
XX. Sin embargo, la eficacia de estos procesos de resistencia y transformación
social encontraron un enemigo aún más poderoso: la globalización económica del
planeta. Bauman (2002) contempla el nuevo marco traído por el fenómeno de la
globalización, principalmente en lo tocante al impedimento de la efectiva
implantación de un espacio real de actuación de las hasta entonces consideradas
«minorías» e incluso de segmentos minoritarios de expresión ideológica radical.
Según el investigador, tendencias neotribales y fundamentalistas; la hibridación
de la alta cultura globalizada; y una élite global y los pobres aislados en sus
«localidades» son productos legítimos de esta nueva realidad.
Si el cuadro de la violencia bélica, por un
lado, se atenuó (o, al menos, se sectorizó) en función de una actuación
política más incisiva por parte de los dominados y de un sistema de control
global dinámico e invasivo, de otro ganó se ha hecho aún más perversa cuando el
foco que orienta la experiencia humano-existencial sale del antropocentrismo
hacia el hipercapitalismo y las distinciones entre ricos y pobres; normales y
anormales se pierden en un ciberespacio que crea la desterritorialización del
poder.
La constatación del paradójico cuadro de
convivencia entre polos tan opuestos como el global y el local también puede,
obviamente, ser recogida de la observación de obras literarias y artísticas en
general. Desde este punto de vista, la crítica literaria tiene hoy un papel muy
importante en los sistema de resistencia. Por medio de sus estudios puede abrir
espacios y caminos a los cuales muchos artistas y escritores no suelen llegar.
Referencias
Bauman,
Z. Amor líquido. Sobre a fragilidade dos laços humanos. Rio de Janeiro:
Jorge Zahar Editor, 2004.
—
Globalização. As consequências humanas. Rio de Janeiro: Jorge Zahar
Editor, 1999.
Bourdieu,
P. A dominação masculina. Río de Janeiro: Bertrand Brasil, 2002.
Lipovetsky,
G, J. Serroy. A cultura-mundo. Resposta a uma sociedade desorientada.
São Paulo: Companhia das Letras, 2011.
Nolasco,
S. De Tarzan a Homer Simpson. Banalização e violência masculina em
sociedades contemporâneas ocidentais. Rio de Janeiro: Rocco, 2001.
Ramalho,
C. «Marisa Monte e a poética do tribalismo». Caminhos da violência.
Em busca da visão compartilhada.
Helena
Parente (ed.). Río de Janeiro: UFRJ e Letra Capital, 2015. 89-110.
Silva,
T. T. da. Antropologia do ciborgue: As vertigens do pós-humano. Belo
Horizonte: Autêntica, 2000.
Observación:
Ese texto hace parte de la introducción del artículo “Marisa Monte y su poética
holística”, publicado en el libro Mujer, memoria e identidad, organizado
por Javier Martín Párraga y publicado por el Editorial Comares en 2019.
Christina Ramalho (1964) es natural de Rio de Janeiro, Brasil. Doctora en Letras por (UFRJ, 2004), con tesis sobre la poesía épica escrita por mujeres. Profesora-asociada de la Universidade Federal de Sergipe (UFS), Brasil. Autora de más de 30 libros de historia de la literatura, teoría y crítica literarias, además de poesía, cuentos y crónicas. Sus libros de poesía son: Musa Carmesim (poema épico, 1998), Laço e nó (2001), fio de teNsão (2017), Ítalo (poemas y crônicas, 2018), O inusitado amor do Catingueira e da Brucha (cordel. Com Ítalo de Melo Ramalho, 2019), Poemas mínimos (2019), Lição de voar (2019), Poemas de Danda & Chris (poemas para ninõs/as, 2020), Ponteiros de papel (poemas, 2020). Fotógrafa y pintora, también realizó exposiciones de fotopoesía. Site: www.ramalhochris.com
Mantiene página dedicada a la divulgación d ela literatura hispánica en las Américas: https://www.ramalhochris.com/el-dorado (EL DORADO).Literatura | Mixturas
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viernes, 4 de diciembre de 2020
Las palabras y la fractura en la poesía de Alejandra Pizarnik - Márcia Batista Ramos
Nacer poeta, ser polémica por renovar el lenguaje y la poesía de su época y, sobre todo, ser una persona sensible que vive el dolor interno, que nadie ve, pero que no deja descansar la menNacer te en constante ebullición y sufrimiento, no es sencillo.
Así era Alejandra, una de las mayores referencias en mi memoria y
de miles de poetas de diversas generaciones, que tuvimos sus versos acuñados en
nuestras almas; porque ella supo decir lo que sentíamos, antes mismo, que
sintiéramos. Porque ella sabía que “Las imágenes solas no emocionan, deben ir
referidas a nuestra herida: la vida, la muerte, el amor, el deseo, la
angustia”.
De su pluma goteaba la contemplación, la entrega, la tristeza, la duda,
la derrota, el desamor y la muerte. Porque ella tenía (como nosotros tenemos)
muchas facetas contradictorias. La gran diferencia entre ella y nosotros, es
que ella asumía: el silencio, la muerte, la locura… Nosotros: a veces.
Alejandra reiteró sus emblemas poéticos: la jaula, donde se encierra la
libertad culpable sólo por existir y que, no obstante, la sujeta dentro de los
límites de la realidad y ahuyenta sus terrores nocturnos, puesto que la noche
ya no tiene el sentido agradable y nutricio que hace nacer el poema y, el
viento que disemina, una y otra vez, la identidad inquieta. Sumados al miedo
que alimenta los delirios que cobran vida, dejándola a la indefensión: “\Señor
\la jaula se ha vuelto pájaro \y se ha volado \y mi corazón está loco \porque
aúlla a la muerte \y sonríe detrás del viento \a mis delirios \Qué haré con el
miedo \Qué haré con el miedo (…)”
Ella logró desnudar la sufriente conciencia de existir, sus obsesiones
(y de alguna manera las nuestras) y sus fantasmas a través del estigma de sus
versos, oscuros y extenuados.
Eventualmente, podrá existir poesía más sobrecogedora, revulsiva e
hiriente que la de Alejandra Pizarnik. Porque ella era sincera y sencillamente
impúdica, a la hora de desnudarse y exhibir sus fantasmas interiores. Además,
es sabido que ella eligió vivir en la palabra, o sea, encubrirse en el
lenguaje, tal vez, para resguardarse en él:
“y qué es lo que vas a
hacer
Sólo un
nombre
voy a ocultarme en el lenguaje
alejandra
alejandra
y por qué
debajo
estoy
yo,
tengo miedo
Alejandra”
Agregado, a su permanente reflexión sobre las fronteras del lenguaje,
que jamás fueron engañifas.
Alejandra extremaba la búsqueda de la palabra justa, trataba de generar
un mundo de palabras perfectas en donde valga la pena residir. Lo hacía
combinando los matices surrealistas de sus escritos, con un trabajo intenso de
supresión y síntesis en la expresión verbal. Como resultado su poesía es
sobria, economiza términos y gana en contundencia. Y escribe:
“Dile que los suspiros del mar/ humedecen las únicas palabras/ por las
que vale vivir”.
La poeta hizo, a través de su obra, una crítica y muestra de una
apasionada obsesión por la palabra, esto es, en su obra siempre está presente
una reflexión incesante acerca de las posibilidades y los límites del
lenguaje.
Alejandra Pizarnik en su diario, escribe en septiembre de 1962,
refiriéndose a la elocuencia y engañosa obviedad de lo que se dice: "Esta
voz aferrada a las consonantes. Este cuidar de que ninguna letra quede sin
enunciar. Hablas literalmente. No obstante, se te comprende mal. Es como si la
perfecta precisión de tu lenguaje revelara en cada palabra un caos que se
vuelve más evidente en la medida en que te esfuerzas por ser comprendida".
En su poesía, la tragedia y el humor también son elementos centrales,
así como la visión crítica de la tradición literaria. Ya que Alejandra
Pizarnik, vivió en la búsqueda interminable de la palabra exacta, para contar
la ausencia y el naufragio.
No trataba de salvarse: era sincera consigo misma, no se resignaba, ni
podía olvidar, así que lo único que le quedaba era escribir con sencillo
fatalismo. Y lo hacía:
“No \las palabras \no hacen el amor \hacen la ausencia \si digo agua
¿beberé? \si digo pan ¿comeré? \en esta noche en este mundo \extraordinario
silencio el de esta noche \lo que pasa con el alma es que no se ve \lo que pasa
con la mente es que no se ve \lo que pasa con el espíritu es que no se ve \ ¿de
dónde viene esta conspiración de invisibilidades? \ninguna palabra es visible”.
Hace parte de la condición humana tener algo que decir, y artista
quien resulte capaz de decirlo. Alejandra Pizarnik lo evidenciaba del mejor
modo, a través de su poesía, distanciada del contexto inmediato y de referentes
concretos, canalizada en ámbitos que muchas veces miraban desde lejos o de
reojo al devenir histórico.
Como la palabra sirve para exorcizar, conjurar y reparar, entonces para
la poeta, escribir era reparar la herida fundamental que nos horada a todos,
escribiendo ella trataba de suturar esa brecha que nos impide coincidir con
nosotros mismos para encontrar la plenitud de nuestro ser; transfigurando el
dolor en belleza, la palabra en poesía, la poesía en refugio del devenir y la
fractura mientras anhelaba el silencio total del sueño eterno. Entonces
escribe:
“Mi sueño es un sueño sin alternativas y quiero morir al pie de la letra
del lugar común que asegura que morir es soñar”.
Posiblemente el vagar, transitar y perderse cada vez, resultó en la
imperiosa necesidad de buscar el silencio como el lugar de alivio, como el
espacio donde protegerse en un sueño permanente.
(c) Márcia Batista Ramos
Márcia Batista Ramos, nació en Brasil, en el Estado de Rio
Grande do Sul en mayo de 1964. Es licenciada en Filosofía por la Universidade
Federal de Santa María (UFSM)- RS, Brasil. Radica a más de cuarto siglo en
Bolivia, en la ciudad de Oruro. Es gestora cultural, escritora y crítica
literaria. Columnista de la Revista Inmediaciones, La Paz, Bolivia y Columnista
del Periódico Binacional Exilio, Puebla, México, además. Colaboradora Revista
Dominical, Periódico La Patria, Oruro; es colaboradora de varias revistas
culturales en diferentes países.
Está incluida en el DICCIONARIO CULTURAL BOLIVIANO;
miércoles, 2 de diciembre de 2020
No, El libro no va a morir, ni las bibliotecas se extinguirán - Washington Daniel Gorosito Pérez
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librería de Buenos Aires |
(México, D.F.) Washington Daniel Gorosito Pérez
Sin embargo, los resistentes, un grupo de heroicos lectores, se encargaran de memorizar lo destruido. Un hombre será La Ilíada, una mujer se convertirá en La Divina Comedia, otros se aprenderán al pie de la letra El Quijote, Robinson Crusoe o las tragedias de Shakespeare.
Por fin, su terquedad indómita salvará lo mejor que ha creado la especie humana: el libro, y contribuirá a la caída de los tiranos, porque los pueblos que conservan la memoria nunca pierden la libertad para siempre.
A menudo mis alumnos universitarios me pregunto si creo que el libro está destinado a desaparecer. Mi respuesta es no, a pesar del libro electrónico. Ellos argumentan que la magia de las comunicaciones electrónicas, ha tornado casi innecesario al papel escrito.
La modernidad, aseguran convertirá a la humanidad en ágrafa y sin bibliotecas. Cuando me lo dice, recuerdo en silencio que también se había asegurado aquello ante el auge de la televisión, y que lo mismo había pasado con el cine y con la radio.
Toda vez que las comunicaciones audiovisuales, el internet y multimedia, han decretado, varias veces y con la misma mala suerte, la muerte del libro, que se resiste a morir, equivocaron su hipótesis. . Si vamos más atrás, la imprenta de Gütemberg también fue considerada, en su tiempo, como la sepulturera del libro en la que creencia de que suprimiría a los calígrafos, o sea a los escritores.
En el principio era el Verbo, proclama el evangelio de Juan. “Y el verbo era la Luz Verdadera que alumbra a todo hombre que viene a este mundo”. Y este texto tiene muchas lecturas, tantas como el tiempo que le quede a nuestra especie, porque el Verbo es el Hijo, pero también es la palabra. Esa palabra que construye los libros y que el hombre seguirá escribiendo y leyendo a pesar de los agoreros de su desaparición, para ser más libre y más humano.
“Siempre
imaginé que el Paraíso sería algún tipo de biblioteca”.
domingo, 11 de octubre de 2020
Nobel de Literatura 2020 a Louise Glück quien pide otro poema por Washington Daniel Gorosito Pérez
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El iris salvaje - libro de Louise Glück |
(México, D.F.) Washington Daniel Gorosito
Pérez
Louise Glück, fue galardonada
por la Academia Sueca con el Premio Nobel de Literatura 2020: “Por su
inconfundible voz poética, que, con una belleza austera, convierte en universal
la existencia individual”.
Esta estadounidense (neoyorquina) de 77 años se convirtió en la decimosexta mujer en recibir el galardón desde 1901 año en que se inició la premiación. Su vocación la declaró en el 2012 a una entrevista: “Siempre supe que quería escribir”; para Glück la escritura es “una venganza contra las circunstancias”.
En su obra dialoga permanentemente con los mitos de la antigüedad clásica y con la tradición literaria occidental, con lo anterior Glück convierte el yo lírico en una especia de ficción y le brinda cierta universalidad a su experiencia íntima.
La poetisa al recibir la
llamada de Adam Smith de la Organización del Premio Nobel de Literatura para
comunicarle que se le había otorgado el galardón, dijo: “Lo primero que pensé
es que me voy a quedar sin amigos, porque todos mis amigos son escritores”. “No
sé lo que significa esto. Sé que es un gran honor”. Posteriormente, no quiso
dar entrevistas, se dijo sorprendida: “Soy una poeta lírica estadounidense
blanca. Y pensé, bien, tal vez en un siglo diferente, pero no ahora”.
Para Anders Olson, titular
del Comité del Premio Nobel: “Louise Glück no sólo está comprometida con los
errores y las condiciones cambiantes de la vida, sino que también es una
poetisa del cambio radical y el renacimiento, donde el salto hacia adelante se
hace desde un profundo sentido de pérdida”.
Su inspiración ha estado
marcada por su vida familiar la estrecha relación con sus padres y hermanos, su
infancia, la naturaleza y la muerte.
Ante la experiencia del envejecimiento y la evidencia de la muerte, ha dicho:
“Creo que las personas de mi
edad tienen tanto miedo del tema que suelen llevar incorporado en cada pequeño
gesto todas sus propias nociones sobre el horror de la mortalidad. Pero yo
entiendo el paso del tiempo como una especie de estado de dicha extraña, como
la liberación ante el abandono de cierto tipo de expectativas”.
Glück que es profesora en la
Universidad de Yale en el Departamento de Literatura, es considerada una mujer
tímida, al ser premiada en el 2003 como poeta del año con el “US Poet Laurate”,
declaró al Boston Globe en esa ocasión: “No le encuentro atractivo a la vida
pública. No creo ser el tipo de persona a la que la gente considere”.
Descubrió la poesía, en
especial con William Blake, TS Eliot y WB Yeats, que dejarán posteriormente
huella en su obra. “Sentí que ellos no eran solo mis maestros, sino las
personas con las que podría hablar”, escribió. “Mis primeros escritos fueron un
intento de comunicarme con ellos”.
En su ensayo Proofs and
Theories (Pruebas y Teorías), Glück reflexionará sobre el género poético. “Los
poemas no perduran como objetos, sino como presencias. Cuando lees algo que
merece recordarse, liberas una voz humana: devuelves al mundo un espíritu
compañero. Yo leo poemas para escuchar esa voz. Escribo para aquellos a quienes
he escuchado”.
Glück que es considerada una
de las poetas con mayor destaque en la literatura estadounidense actual inició
con Firstbon en 1968 y cuenta con una docena de libros de poesía y dos de
ensayos. En una ocasión dijo: “La experiencia fundamental del escritor es la
impotencia”.
El venezolano Adalber Salas,
uno de sus traductores al español dijo: “Tiene una insólita capacidad para
hacer que los hechos minúsculos de vidas plurales, anónimos, adquieran una
proporción cósmica”.
De su poemario Meadowlands,
publicado en 1996, en el que a través de un recuento de La Odisea, la poetisa
explora el amor a través de la vida y el deterioro de un matrimonio, comparto
el siguiente poema traducido por Berta García Faet:
EL DESEO
¿Te acuerdas cuando pediste
un deseo?
Yo pido muchos deseos.
Cuando te mentí.
Sobre lo de la mariposa.
Siempre me pregunté.
Que pediste.
¿Qué crees que pedí yo?
No sé. Que volvería,
que al final de alguna manera
estaríamos juntos
pedí lo que siempre pido.
Pedí otro poema.
El hecho que una poetisa sea galardonada con el Nobel de Literatura, el premio más importante del mundo es maravilloso.
Máxime si tenemos en cuenta
que es el género literario más “ninguneado” por editores y la mercadotecnia
literaria. Lo fascinante es que se dé este momento de recogimiento y reflexión
mundial que nos tocó vivir.
Hace unos meses escribí un
artículo que titulé: “Poesía, antídoto eficaz contra el confinamiento”. Creo
que el Comité Nobel al otorgarle este muy merecido premio a la estadounidense
Louise Glück, nos quiere comunicar que ante la crisis que vive hoy la humanidad,
más que nunca es necesario retomar la poesía.
miércoles, 2 de septiembre de 2020
Friedrich Hölderlin: "El poeta loco de la torre" - Washington Daniel Gorosito Pérez
(México, D.F) Washington Daniel Gorosito Pérez
La pandemia del COVID-
19, no le permitió a Alemania, la tierra natal del poeta lírico Johann
Christian Friedrich Hölderlin, celebrar los 250 años de su nacimiento , el 20
de marzo de 1770 en Lauffen am Neckar. Sin lugar a dudas nos encontramos ante
una de las principales figuras del Romanticismo alemán.
Hölderlin, el poeta loco
que vivió aislado por 36 años en una torre; lo que no fue para nada un
impedimento para que su obra se esparciera por Alemania y el mundo. Su infancia
estuvo marcada por la muerte de su papá y posteriormente la de su padrastro. En
sus años adolescentes estudió Teología y mantuvo contacto con dos
extraordinarios filósofos que marcarán su futuro: Hegel y Schelling.
Lo anterior lo llevará a
inclinarse por los estudios filosóficos, temáticas que se verán presentes
posteriormente en su obra lírica, al igual que específicamente la filosofía y
literatura griega en la totalidad de sus escritos. A partir de la filosofía
griega concibe la teoría de la Armonía en unidad con la Naturaleza que plasma
en su obra denominada: La muerte de Empédocles, el gran filósofo griego
presocrático.
Su familia deseaba que
tomara el camino religioso, sin embargo escogió estudiar Humanidades. Cuando se
mudó a la ciudad de Jena en el estado de Turingia, urbe que en el 1800 junto a
la de Weimar del mismo estado se convertirá en el centro cultural de Alemania,
se vinculó a grupos de filósofos y escritores ,como Johann Wolfgang von
Goethe; el filósofo Johann Gottlieb Fichte y el poeta y dramaturgo Johann
Christoph Friedrich Schiller, quien junto a Goethe serán considerados los
dramaturgos más importantes de Alemania.
Schiller, lo motivó y
publicó partes de su libro “Hiperión o el eremita en Grecia”. Lentamente se
comienzan a dar a conocer los primeros brotes del Romanticismo, buscando ocupar
el lugar del Clasicismo que imperaba en el mundo cultural europeo. Hölderlin en
su poema “Visión”, nos muestra tintes del nacimiento romántico que exaltaba la
Naturaleza en armonía con el hombre y valoraba el paisaje regional:
“Oscura, cerrada parece
a menudo la interioridad del mundo.
Sin esperanza, lleno de
dudas, el sentido de los hombres.
Más el esplendor de la
naturaleza alegra sus días.
Y lejana yace la oscura
pregunta de la duda”.
El Romanticismo opone el
concepto del sentimiento y lo irracional. El saber ya no se funda solamente en
la razón sino también en el sentimiento, en lo inconsciente y oculto, y en el
amor como gran fuerza movilizadora.
El poeta irá padeciendo
problemas mentales. Entra a trabajar a la casa del banquero Godard y se enamora
de la esposa de éste; Susette, quien se hará presente siendo la inspiradora de
sus “Poemas a Diotima”. Un amor imposible pero correspondido que lo lleva a
culminar de escribir Hiperión o el eremita en Grecia; iniciará “La muerte de
Empédocles”, una obra de teatro, tragedia, escrita en verso y con forma
monologal; escribirá tres versiones sucesivas y distintas de la obra que quedó
inacabada.
En ella están presentes
sus mejores poemas líricos con dedicatoria a su amante:
“¡Nuestro cielo durará!
Antes ya de verse,
nuestras almas,
Ligadas por sus
insondables honduras,
se habían reconocido”.
Al fallecer su amor el
22 de junio de 1803, sus problemas mentales aumentan y su amigo el diplomático
Isaak von Sinclair lo interna en 1806 en una clínica psiquiátrica.
Pasaron meses y estuvo en varias clínicas hasta que será declarado enfermo
incurable. El ebanista Ernest Zimmer quien era su admirador y un estusiasta
lector de Hiperión, lo lleva a su casa y lo ubica en una torre cuya
construcción data del siglo XIII, la que fuera restaurada y poseía una hermosa
vista al río Neckar.
Allí sería visitado por
amigos, pese a estar recluido. Será prolífica su escritura utilizando el
seudónimo Scardanelli. El poeta decía que era su alter ego, que le permitía
hablar solo y contemplar la naturaleza a la que dedicaba poemas ensoñados en su
desvarío. Sus escritos influirán en las letras europeas, básicamente en la
estética romántica, con el tiempo su nombre crecerá de una manera
impresionante.
La poesía fue el ser de Hölderlin
y recorrió ese, su sendero que lo llevaría a un mundo superior, tratando de
encontrar quizás, el sentido de la vida como nos lo presenta, “el poeta loco de
la torre” en “vida más elevada”:
“Puede así el hombre
conocer entonces el sentido de la vida.
Nombrar su meta lo más
alto, lo más elevado.
Saber que uno es el
sentido de la humanidad y de la vida.
Considerar que el más
alto sentido es la más noble vida”.
Washington Daniel Gorosito Pérez es un escritor y periodista de origen uruguayo radicado en México
martes, 1 de septiembre de 2020
Bebí con el ángel - Antonio Costa Gómez
(Salamanca)
En la Biblia los ángeles se pasean por la tierra,
significan el ahondamiento de la vida, cuando revela su lado secreto. Tobías se encuentra con un ángel, los ángeles
se aparecen a Jacob. A veces conversan sin revelar su identidad, igual que los
dioses en la antigua Grecia. Pero se nota algo raro en ellos, el aire se
enrarece a su alrededor.
Raúl Núñez escribió en Buenos Aires “Poemas de los ángeles náufragos” :“ Y todos
los objetos/ que se exhiben en las
vidrieras/ huyen / y bailan en el aire./ Y no hay ningún milagro/ y Juan el
náufrago/ es crucificado/ sobre las rosas blancas.
Alberti en Cádiz pensaba en ángeles de
desolación, ángeles mohosos, ángeles mudos, ángeles tontos, ángeles falsos,
ángeles del misterio, ángeles de arena, ángeles de los malos minutos, ángeles
feos, ángeles muertos : “Buscad, buscadlos:/ en el insomnio de las cañerías
olvidadas,/ en los cauces interrumpidos por el silencio de las basuras”.
Rilke
pensó en el castillo de Duino, en un abismo sobre el Adriático, en los ángeles terribles cuyo contacto nos
rompería:” ¿Quién si yo gritara me oiría desde los coros de los ángeles?/ Y aún si de repente algún ángel me apretara
contra su corazón me suprimiría/ su existencia más fuerte”. Los ángeles nos
traen el espacio abierto del universo, nos interiorizan el universo. Nos hacen
callar y dejar de soltar gilipolleces.
Verlaine en París o Bruselas dice que
Rimbaud era un ángel o un demonio. Verlaine estaba acojonado porque Rimbaud le
hacía superar todas las categorías habituales. Lo llenaba de visiones y lo
llevaba a cielos e infiernos. Rimbaud es
el prototipo del ángel-demonio al que no comprendemos que desembarca como una
visión para nosotros.
Silvia Plath en Londres quería sentir la
energía de Ariel en su cocina: “Negras y dulces bocanadas de sangre,/ sombras,
/ algo distinto/ me transporta por los aires”.
Tal vez Ted Hughes estaba demasiado ocupado en sí mismo y no habló con
los ángeles de Silvia.
Janet Frame en Ibiza quería que un ángel se sentara en su
mesa, Blas de Otero en Bilbao decía que somos ángeles con alas de cadenas,
Jalil Gibran habla de ángeles de alas rotas.
Me gusta
el mito cristiano del ángel de la guarda. Sobre todo si no se entiende
como alguien que nos vigila y nos ordena, sino como alguien que nos inspira,
que está en nuestro silencio, que espera en lo más callado de nosotros. Que se
toma un coñac con nosotros si hace falta.
Recurrimos a él cuando necesitamos meditar a solas, eliminar el ruido,
el ángel por definición es el que no hace ruido. Pensaba en él el pueblo
lucense de mi infancia, en el acantilado de San Andrés de Teixido donde va de muerto el que no fue de
vivo.
¿Qué podemos decirle al ángel mientras
tomamos coñac con él en el bar? Es mejor dejar que él nos hable, ya hablamos todos los días
demasiado. Tal vez lo hace en sueños, en nuestros momentos más
privilegiados. Un momento trascendente
es cuando uno se encuentra con su ángel en cualquier parte y vacía la
mirada. Él nos hablará sin
contemplaciones, dirá nuestras verdades
porque no está sujeto a nada. Nos echará el aliento del coñac en la cara y nos
dirá ¿pero eres gilipollas o qué, es que no quieres enterarte?
Vendrá a liberarnos y a liberar nuestro
lenguaje. Y nos dará intrepidez y fuerza para expresarnos. Romperá los diques de nuestras palabras, hará
que se llenen de visiones. Nos llenará de nuevo la copa de coñac.
Por eso se dice “ha pasado un ángel”
cuando nos callamos un momento. Pero es que callamos tan poco. Estamos tan
aplastados por las palabras. Cállate de una vez, coño, y escucha, nos dice el
ángel. Así le dijo el ángel a Jacob. Pero Jacob peleó y quiso que el ángel no
se fuera sin decirle su nombre. Eso sí
que es intrepidez.
Los ángeles se van de la religión y se
quedan en la poesía. La religión es fascinante cuando se convierte en
literatura. Que se lo digan a Faulkner en el Sur de Estados Unidos, a Juan Benet
en Aragón. Y los ángeles aún fascinan.
Solo hay que remozarlos, quitarles su cursilería, su reblandecimiento por el
uso. Los ángeles de los poetas tienen
mucha más fuerzas que los ángeles de los clérigos. Los de los clérigos son
grises e insípidos, los de los poetas todavía pueden excitar a cualquiera.
Serafitus se apareció a Balzac en
Noruega y por las noches se convertía en Serafita. Seducía a los hombres y a
las mujeres. Eliade dijo en Rumanía que
ese ser superaba todas las contradicciones, era el Andrógino Primordial que ya
se anunciaba en la Cábala. Balzac era un visionario y sabía mucho de ángeles.
Albert Beguin en París en “El alma
romántica y el sueño” nos lo contó muy bien.
Swedemborg en Estocolmo hablaba con
compañías de ángeles. William Blake en
las afueras de Londres los invitaba a
cenar cada noche, le traían visiones del infierno. Solo gracias a ellos pudo
transmitir sus concepciones impetuosas, el infierno como energía, la poesía
como arrebato.
Milton ciego en una aldea en las afueras
de Londres mientras huía de la peste conocía al ángel de los ángeles, estaba de
parte del demonio sin saberlo. Eso es lo que escribió Blake y después celebró
Sábato. Para Sábato el Ángel Exterminador nos iba a recordar de una vez todas
las cosas. Tal como lo esculpió Llimona en el cementerio de Comillas. E incluso Sócrates en Atenas cuando se ponía serio decía que le hablaba su
daimón.
(c) Antonio Costa Gómez
Salamanca
España
Antonio
Costa Gómez nació en Barcelona pero creció en Lugo. Es licenciado en Filología
Hispánica y en Historia del Arte. Se dedicó a la enseñanza y a otras cosas pero
su vocación más profunda siempre fue la de escritor. Publicó novelas como “La
calma apasionada” o “Mateo, el maestro de Compostela”, libros de poesía como
“Revelación” (con prólogo de Ernesto Sábato), ensayos como “Las fuentes del delirio” o “El
fuego y el sueño”. El año pasado
apareció “El huevo”, novela simbólica y existencial. Llegó a las votaciones finales del Nadal, del
Planeta, del Azorín. Apareció en la antología “Poesía española última” de Selecciones
Austral y en “Elogio de la diferencia” de Caja Sur. Actualmente colabora en “El
Progreso” de Lugo, “Salamanca al día” y otras publicaciones.