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Mostrando entradas de agosto, 2020

La escritora uruguaya Idea Vilariño ..."Disparadora de poemas"por Washington Daniel Gorosito Pérez

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  Idea Vilariño - Poesía completa - Lumen  (México, D.F.)  Washington Daniel Gorosito Pérez Nació en Montevideo, el 18 de agosto de 1920, hija de un padre anarquista, Leandro Vilariño, su madre católica, Josefina Romani, hogar de artistas, su nombre Ideal, quedaría en Idea, sus hermanos fueron nombrados: Azul, Alma, Numen y Poema. Entre música y letras, pasó su infancia, piano y violín sus instrumentos preferidos, aunque aborrecía el solfeo. A los 14 años escribió este poema dando muestras de su precoz talento: “ El viento puso un remolino en tus cabellos, apuñalo mil veces las mil formas distintas de tu cara con caricias veloces, empujó con sus soplos lo suave de tu ropa en poderoso intento de desnudarte toda, y tú luchas con él, te le metes bien dentro y le partes en dos con tu carrera ”. En 1945 publicará su primera obra: “La suplicante”, y en ella se prefigura una línea que será la de toda su poesía; la voz femenina sostenida con fuerza y autonomía, alrededor de una tonalid

De amor y libros - Paulina Juszko

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  El hombre construye casas porque está vivo, pero escribe libros porque se sabe mortal                                                                                                                                                                                                                           Daniel Pennac, C omo una novela.               La vida es lectura: apenas paridos, nuestros cinco sentidos se aplican a leer los signos del universo circundante que la inteligencia intenta interpretar. Fue el afán de compartir estas experiencias individuales lo que impulsó al humano a escribir y así aparecieron los libros. La lectoescritura nació, pues, de la cualidad más noble del hombre: la generosidad. También las bestias son capaces de esa primolectura, que es la condición misma de la supervivencia, pero no producen libros: he ahí la diferencia. Un mundo sin libros sería entonces un mundo animal. Feliz tal vez, como el rebaño en el poema leopardiano: Oh rebaño mío   que desca