La poesía de un jueves: el nacimiento de un Premio Nobel de Literatura por Javier Claure C.
Parte de la fachada del Edificio de la Bolsa, Estocolmo.
El secretario de la Academia Sueca anunciando el
Premio Nobel de Literatura 2023.
La puerta mágica desde donde se anuncia el Premio Nobel de Literatura. |
(Estocolmo) Javier Claure C.
A
principios de invierno la Semana Nobel, en Estocolmo, comienza a desplegar su
manto de expectativas, y el mundo entero fija su mirada en la capital
escandinava. El histórico Edificio de la Bolsa (Börshuset), construido en el
siglo XVII y ubicado en la ciudad vieja, parece respirar la historia y el peso
de las decisiones de la Academia Sueca. Y cada primer jueves de octubre de cada
año, desde este edificio, se anuncia el nombre de la persona ganadora del
Premio Nobel de Literatura. Es entonces cuando el salón de la Academia Sueca se
llena de periodistas de todo el mundo. Llegan con sus cámaras fotográficas,
micrófonos y preguntas afiladas esperando captar cada palabra, cada gesto y
cada expresión de sorpresa; o quizá de decepción. Los murmullos se
entremezclan, y todos esperan la una en punto de la tarde. Es la hora mágica en
donde una puerta blanca, decorada con adornos en alto relieve color oro y
custodiada por dos candelabros, esconde un secreto que está a punto de
revelarse. Es la puerta silenciosa durante casi los doce meses del año, y que
ahora se convierte en el centro de la atención mundial. Llegada la hora indicada
se abre la puerta lentamente y, con paso solemne y rostro sereno, aparece el
secretario permanente de la Academia Sueca. Y frente a la multitud de
periodistas anuncia, en varios idiomas, el nombre del galardonado o de la
galardonada con el Premio Nobel de Literatura. Al mismo tiempo, lee la
motivación de la Academia Sueca que ha llevado a conceder tan prestigioso
galardón. Encaminando, así, la noticia a todos los rincones del planeta.
Después
de este anuncio, el ambiente está cargado de expectación. Surgen aplausos y
susurros que se extienden por el recinto como una ola de reacciones que chocan
entre sí. Acto seguido, las cámaras fotográficas entran en funcionamiento, se
escucha el sonido característico de esos objetos y los micrófonos avanzan hacia
el secretario, quien responde a las preguntas en diferentes idiomas. Hay una
mezcla de formalidad y urgencia por conocer los detalles que rodearon la
elección del nuevo laureado o laureada. Se percibe una euforia. Algunos
periodistas comienzan a redactar sus artículos tecleando frenéticamente en sus
computadoras portátiles, mientras mantienen un oído atento a las respuestas del
secretario. Otros graban sus primeros reportajes en video. Es un momento de
celebración y de reflexión. El Premio Nobel de Literatura no es solo un
reconocimiento individual, sino también es un mensaje cultural y literario que
resuena en todo el mundo. Es decir, es un recordatorio de las obras literarias
que perduran en el tiempo y que, quizá, son un refugio para quienes encuentran en
las palabras un salvavidas en medio del caos.
Da
la impresión que en el aire del salón flota una sensación de logro y de
tristeza, porque cada año la puerta se abre para revelar un nombre, pero a la
misma vez, cierra la posibilidad de tantos otros que esperaban, soñaban y
deseaban el Premio más famoso del mundo. El secretario, ya retirado de las
cámaras y de las luces, cierra los ojos por un momento consciente de que ha
sido parte de algo más grande que él, más grande que la propia Academia. Y
mientras él y todos los demás salen del salón, el Edificio de la Bolsa vuelve a
su mutismo habitual con sus paredes cargadas de recuerdos y su puerta blanca,
tan bella y misteriosa, regresando a su letargo.
(c) Javier Claure C.
Estocolmo
Javier Claure C. es un escritor y periodista cultural de origen boliviano radicado en Suecia
texto y fotos: (c) Javier Claure C.
Comentarios
Publicar un comentario
publique un comentario a esta nota