Café Bar Roma: un lugar con historia
(Buenos Aires)
Ubicado en la
esquina de Olavarría y Almirante Brown, en el actualmente denominado Distrito
de las Artes, en el barrio de La Boca, el Café Bar Roma abierto en 1905,
conserva en sus paredes, entre fotografías, placas colgadas y objetos en sus
estantes y vitrinas, la historia de la República de La Boca.
Con puertas
vaivén de madera y vidrio, y pisos en damero blanco y negro, restaurados, el
histórico bodegón fue celebrado por Enrique Cadícamo en su milonga El Morocho y
el Oriental:
“Histórico
bodegón/
Del Priorato y
del Trinchieri/
Donde una noche
Cafieri/
Entró a copar la
reunión/
Traía un dúo de
cantores/y haciendo,
Orgulloso,
punta/ dijo : “Aquí traigo una yunta
/Que cantando
hace primores”
Al principio
este bar funcionó anexo a una fiambrería con el nombre de El Café de la Popular,
que hacía honor a su dueña.
En aquella época,
las payadas que se celebraban en ese damero “terminaban en cien duelos” y en las mesas corrían el Priorato, vino que
llevaba el nombre de una comarca catalana y el Trincheri, un vermut turinés.
Trinchieri, a
quien Cadícamo menciona en su tango, era un vecino efusivo
y ocurrente, que
al parecer, un día entró al bar con una “yunta
de cantores”
conformada por
Carlos Gardel y José Razzano.
Hay una
fotografía de Gardel , entre viejas botellas que se alinean en las estanterías.
Pero el lugar no
sólo recuerda a los cantores y al poeta. También tiene una historia que surge
durante años de tango y de agitación obrera cuando en el Roma se prolongaban
las encendidas discusiones de las asambleas que se celebraban en los salones
Verdi y Sicilia, y el nombre del
diputado Palacios se pegaba en sus paredes de ladrillo.
No todo era política en sus mesas, también tenía lugar
la poesía, que entraba de la mano de Francisco Canaro, Eduardo Arolas, Agustín
Bardi y Genaro Espósito.
El bar Roma es
uno de los pocos lugares donde aún prevalecen los porteños del barrio, que
prefieren los ventiladores de techo al aire acondicionado, y los objetos
exhiben su historia.
También, en una
esquina del bar, dentro de un pequeño escenario, un grupo de marionetas
antiguas que representan a los parroquianos y a los músicos, se mueven al compás de un mecanismo.
Generalmente
estas marionetas están quietas, esperando que alguien pida verlas vivir en el escenario.
Actualmente, alguien puede abrir su notebook en una de las mesas y ponerse a escribir mientras toma alguna bebida. Otros conversan de a dos o en grupo.
Alguno lee el diario mientras toma un café. Hay quien prefiere comer.
Hay alguien que se sienta cerca de las marionetas, tal vez para verlas moverse o imaginar su historia.
Bibliografía:
Milla cultural
del Sur, Grupo Editorial Planeta
Fotos: Araceli
Otamendi
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