El último octubre de Louise Glück - Márcia Batista Ramos
Márcia Batista Ramos |
(Oruro)Márcia Batista Ramos
Los vientos de
octubre en 2020, trajeron consigo la grata noticia de que la estadunidense
Louise Glück (1943), era premio Nobel de literatura de aquél año “por
su inconfundible voz poética que con belleza austera hace universal la
existencia individual”, según la academia sueca.
Hoy, 13 de
octubre de 2023, los vientos traen la noticia de que la poeta neoyorquina
Louise Glück, murió a los 80 años. No estuvieron inmediatamente claras las
causas de su fallecimiento, además, morir ocurre más tarde o temprano, por eso
o por aquello, todos nos iremos por el mismo camino. Lógicamente, que la
noticia causa una profunda perturbación en el mundo de las letras,
especialmente estadounidenses.
Empero, en el
momento que nos embarga es necesario recapitular que la profesora de la
Universidad de Yale o Stanford, fue merecedora de todos los premios posibles en
su país: desde el Pulitzer por “El iris salvaje” (1992), hasta el
National Book Award por “Noche fiel y virtuosa” (2014). En
2020, además, fue galardonada en Estocolmo con el Premio Tranströmer, promovido
en memoria del escritor sueco, compañero en el panteón literario fallecido en
2015. Fue poeta laureada de la Biblioteca del Congreso entre 2003 y 2004, y el
presidente Barack Obama la distinguió en 2015 con la medalla nacional de
Humanidades. Y fue coronada con el Premio Nobel de literatura por la Academia
Sueca.
Louise Glück
nació en Nueva York el 22 de abril de 1943, en un suburbio de Long Island, se
graduó en 1961 en la Hewlett High School neoyorquina, y luego asistió al Sarah
Lawrence College y a la Universidad de Columbia. En 1968, publicó su primer
libro, “Firstborn”, que fue reconocido con el Academy of American Poet's
Prize; obra en la que ya reclamó su linaje de escritora en la estirpe
confesional de Sylvia Plath, Emily Dickinson o Robert Lowell.
La autora deja títulos
importantes como “Ararat”, “Averno”, “El iris salvaje” o “Las siete edades”.
El último libro
publicado por la autora fue “Recetas invernales
de la comunidad” 2021, (traducido por Andrés Catalán) y se lee como un
particular tratado sobre la vejez. En uno de sus poemas Louise Glück escribe:
“Nací hace mucho tiempo. / Ya no queda nadie
vivo / que me recuerde de bebé. ¿Era un bebé bueno? ¿Uno / malo? Salvo en mi
cabeza / ese debate ha quedado / silenciado para siempre. (...) Qué lástima
haber empezado / a hablar, perdiendo la conexión / con ese recuerdo. ¡El amor
de mi madre! / Demasiado pronto surgió / mi verdadero yo, / robusto pero amargo,
como un despertador”.
También es en
ese último libro, que Louise Glück escribió: “Estoy desconcertada, no
emocionalmente sino lógicamente, por la determinación contemporánea de las
mujeres de escribir como mujeres. Desconcertada porque esto parece una ambición
limitada por la concepción existente de qué, exactamente, diferencia a los
sexos. Si existen tales diferencias, me parece razonable suponer que la
literatura las revela, y que lo hará de manera más interesante, más sutil, en
ausencia de intención”.
Louise Glück publicó
doce colecciones de poesía, todas ellas caracterizadas por la búsqueda de
claridad, en un estilo claro y honesto de una obra que no evitaba mirar de
frente al dolor y a los traumas familiares. Los temas centrales de su obra son
la infancia y la vida familiar, la estrecha relación entre padres e hijos, y
entre hermanos, asimismo, escribió sobre la soledad y la muerte.
A veces,
pensamos que el destino está marcado, siendo así, recuerdo que octubre fue el
mes en que Louise Glück recibió la noticia de que era la premio Nobel de
Literatura 2020. Ahora en 2023, Louise Glück partió a otro plano espiritual,
como las hojas de otoño, que en el norte se desprenden de los árboles en
octubre, con la misma levedad de sus versos.
En octubre de 2020,
yo escribí la crónica que adjunto a colación: “La levedad del verso de Louise Glück”:
“Esta semana,
las noticias trajeron consigo la grata sorpresa de que la estadunidense Louise
Glück (1943), es premio Nobel de literatura 2020. La academia sueca, la eligió ′′por su inconfundible voz poética que con
belleza austera hace universal la existencia individual.”
Todos con los
ojos puestos en sus letras, empezamos a viajar por su pesia:
“Amante de las flores \En nuestra familia, todos
aman las flores.\Por eso las tumbas nos parecen tan extrañas: \sin flores, sólo
herméticas fincas de hierba \con placas de granito en el centro: \las
inscripciones suaves, la leve hondura de las letras \llena de mugre algunas
veces… \Para limpiarlas, hay que usar el pañuelo. (…)”
(Del libro Ararat (1990). Pre-Textos, 2008).
Las paradojas de
la vida diaria saltan a la vista cuando nos acercamos a la poesía de Louise
Glück; ¿quién no se enfrenta en algún momento de su vida con la muerte de un
ser querido? Y busca reencontrarlo en el último lugar en que dejo sus despojos,
entonces, cumpliendo con las singularidades que fueron aprendidas, uno va al
pie de la tumba a tratar de encontrar al que ya no está. Durante la existencia,
no hace falta ningún pretexto esgrimido para repetir las lecciones asimiladas,
casi sin explicaciones, que se aprende en esos cursos gratis, del libro de la
vida. Son actos sencillos, que los repite la gente común y la gente poco común,
ya que en ciertas circunstancias todos nos igualamos, porque la vida, en sus
principales usanzas es sencilla: comer, dormir, amar o morir.
Entonces, el uso
de la palabra para expresar pensamientos, también es algo natural, simple.
Louise Glück, así lo siente y como quien respira, ella deja que la poesía sea
exhalada:
“\Pero en mi
hermana, la cosa es distinta: \una obsesión. Los domingos se sienta en el
porche de mi madre \a leer catálogos. Cada otoño, siembra bulbos junto a los
escalones de \ladrillo. (…)”
Lógicamente,
para quien está acostumbrado a los artificios de las locuacidades innecesarias,
la poesía de Louise Glück, parece desabrida para decirlo de un modo casi santo.
Porque los amantes de las estéticas literarias demasiado pomposas, normalmente,
se pierden en un sinsentido literario. Ya que buscan la belleza del verso a
través de una estética casi forzada y se alejan del sentido espontaneo y franco
de la poesía. Se alejan de los sentimientos comunes de toda la gente. A
diferencia de la flamante Nobel de literatura, no fuerza nada. Apenas cuenta
aquello que está sintiendo, sin temor a equivocarse. Cuenta con levedad cada
verso, porque así, con levedad lo concibe:
“\Cada
primavera, espera las flores. \Nadie discute por los gastos. Se sobreentiende
\que es mi madre quien paga; después de todo, \es su jardín y cada flor\es para
mi padre. Ambas ven \la casa como su auténtica tumba. \No todo prospera en Long
Island.\El verano es, a veces, muy caluroso, \y a veces, un aguacero echa por
tierra las flores. \Así murieron las amapolas, en un día tan sólo, \eran tan
frágiles…”
No existe
palabra fuera de lo corriente, pero bastan esas palabras para expresar la
observación de ese culto relativamente importante, en memoria de quien ya no
está. Observa y cuenta: eso es poesía. Yo añadiría que es una poesía como la
pureza del agua cristalina que sale fresca de la fuente. ¿Y qué? El verso es el
dolor de cada poeta, que forma el poema. Y Louise Glück, lo sabe. El lector se
pregunta: ¿Y qué duele? ¿La falta de flores en el cementerio? ¿La casa echa
tumba? ¿El dolor irreparable que sienten la madre y la hermana? ¿O la
fragilidad de la vida que se viene abajo, en un día cualquier, con un aguacero?
Louise Glück, no
solo observa y relata el dolor del otro, también mira a sí misma y a su propio
dolor, y refleja lo que ha vivido en una candente amalgama, ya que el otro,
también duele en ella. Siempre buscando la claridad, la poeta se detiene en temas
comunes como la infancia, la vida familiar, la estrecha relación con padres y
hermanos; dejando, algunas veces, que ciertos temas que atañen a muchas mujeres
salten y, la poeta dice “escribo para hablar a quienes he escuchado”:
“El vestido \Se
me secó el alma.\Como un alma arrojada al fuego, \pero no del todo, \no hasta
la aniquilación. Sedienta, \siguió adelante. Crispada, \no por la soledad sino
por la desconfianza, \el resultado de la violencia.” (Del
libro Vita nova (1999) Pre-Textos, 2014).
Desmarcada de un
posicionamiento estrictamente confesional, la poeta galardonada alcanza la
profundidad de una escritura compleja, a través de la simplicidad:
“El espíritu,
invitado a abandonar el cuerpo, \a quedar expuesto un momento, \temblando, como
antes \de tu entrega a lo divino; \el espíritu fue seducido, debido a su
soledad, \por la promesa de la gracia. \ ¿Cómo vas a volver a confiar \en el
amor de otro ser?”
La poeta da
cuenta de su concepción del mundo poético como una dimensión que traspone el
lenguaje y toda materialidad “Los poemas no perduran como objetos, sino
como presencias. Cuando lees algo que merece recordarse, liberas una voz
humana: devuelves al mundo un espíritu compañero. Yo leo poemas para escuchar
esa voz”, escribe Glück en su ensayo “Proofs and Theories”:
“Mi alma se
marchitó y se encogió. \El cuerpo se convirtió en un vestido demasiado \grande
\para ella.\Y cuando recuperé la esperanza, \era una esperanza completamente
distinta.”
Así, humana,
demasiado humana y poseedora de una poesía profunda que se construye a partir
de la levedad del verso, es Louise Glück la merecedora del premio de la
Academia Sueca.”
(c) Márcia Batista Ramos
Oruro
Bolivia
Es colaboradora de la revista Archivos del Sur
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