¿Cómo interpretan ciertas élites suecas el concepto de libertad de expresión? por Javier Claure C.
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Musulmanes ofendidos por la profanación del Corán en Suecia |
(Estocolmo) Javier Claure C.
Durante
200 años Suecia figuró como un país neutral ante la comunidad internacional,
aunque en realidad nunca lo fue en el sentido estricto de la palabra. Hoy en
día llora amargamente para entrar en la OTAN, pero Turquía le puso una gran
piedra en el camino; alegando que Suecia apoya a la organización terrorista del
Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK). El presidente turco, Recep
Tayyip Erdogan, también se ha manifestado sobre la quema de coranes con las
siguientes palabras: «El Gobierno sueco debe cuidar sus calles. Decimos no a
Suecia en la OTAN mientras se permita la quema del Corán». El líder iraní
Ayatollah Ali Khamenei exige a Suecia que los autores de la quema del Corán
sean entregados a tribunales judiciales de los países islámicos y señala:
«Suecia se ha posicionado para una guerra contra el mundo musulmán» Y en esta
línea, la Embajada sueca en Bagdad fue asaltada por furiosos manifestantes
musulmanes. El Ministro de Comunicaciones de Irak, Hayam Al-Yasiri, ha
anunciado que su país suspende los negocios con las empresas suecas. Y así
muchos líderes de los países musulmanes han repudiado categóricamente los actos
salvajes de prender fuego al Corán. Y como si fuera poco, Al Qaeda amenaza a
Suecia con atentados terroristas. De manera simultánea, el Servicio de
Seguridad de Suecia elevó el nivel de amenaza terrorista de 3 a 4 en una escala
de 5. La libertad de expresión no es incondicional. Desde este punto de vista,
hay un límite entre la libertad de expresión y la libertad de acción. También
es cierto que existe una fuerte correlación entre la libertad de expresión y la
democracia. Es decir, cuanto más amplia es la democracia en una sociedad,
entonces se expanden los límites de la libertad de expresión. No obstante, el
límite entre lo que es delictivo y lo que no lo es depende, en última
instancia, de la decisión del soberano. En otras palabras, no se debe confundir
libertad con libertinaje, ni tampoco se puede ir más allá de los límites
fijados por el soberano. Una sociedad se construye sobre la base de valores
éticos y morales.
El
filósofo holandés, Baruch Spinoza (1632-1777) de origen hispano-portugués,
afirmaba: «Nadie tiene por completo el derecho de actuar según sus deseos y a
su arbitrio, pues hay que obedecer incondicionalmente las leyes, incluso las
más absurdas». Charles Montesquieu (1689-1755), filósofo y jurista francés,
señalaba que la libertad consistía en hacer todo aquello que permiten las
leyes. Y Norberto Bobbio (1909-2004), filósofo y abogado italiano, le dio
diferentes significados descriptivos al concepto de libertad. En primer lugar,
hacía referencia a una libertad con rasgos de libertinaje, y la llamó «libertad
negativa o libertad sin impedimento». En consecuencia, una persona, según este
tipo de libertad, puede realizar un acto delictivo sin el impedimento de las
leyes ni del Estado. En segundo lugar, está «la libertad positiva o la libertad
democrática». Bobbio la definió como el poder de darse leyes a sí mismo. Y en
tercer lugar, está «la libertad autónoma». Dicho de otra manera, se refiere al
poder de no obedecer otras normas que las que uno mismo se ha impuesto. Bobbio
recalca que la autonomía no significa «no tener leyes», sino más bien, al igual
que en la libertad democrática, se trata de darse leyes a sí mismo.
Ahora
bien, para entender lo que está pasando en Suecia, hay que tomar en cuenta dos
aspectos. La coalición que gobierna en Suecia y ¿cómo interpretan ciertas
élites suecas el concepto de libertad de expresión?
Actualmente
Suecia está gobernada por cuatro partidos: Demócratas Suecos, Moderados,
Demócratas Cristianos y Liberales. El partido Demócratas Suecos se fundó a
finales de los años 80. Tony Gustavsson, historiador e investigador de la
Universidad de Uppsala, haciendo alusión a los fundadores, dice: «uno
pertenecía al nuevo movimiento sueco (nysvensk rörelsen), un movimiento de
ideas fascistas. Otro pertenecía al movimiento cabezas rapadas
(skinnskallerörelsen), un movimiento racista, y otros parecen haber cultivado
diversos tipos de contactos nacionalsocialistas y se han movido sin obstáculos
en estos entornos». Maria Robsahm, autora del libro «Demócratas Suecos y el
Nazismo», advierte: «El actual partido político Demócratas Suecos se ha
apoderado de una ideología que debería haber desaparecido para siempre en 1945.
Pero el nazismo y las tendencias nazis continúan, año tras año, con la misma
frecuencia bajo la pulida superficie de este partido de extrema derecha».
Tomando en cuenta todos estos aspectos, vale la pena analizar los pensamientos
que rondan en las cabezas de algunas élites suecas. Rickard Jomshof es el
actual presidente del Comité de Justicia en el Parlamento y miembro del partido
Demócratas Suecos. Este sujeto, de inclinación nazista, ha hecho publicaciones
extremadamente despectivas a cerca del Islam y del Profeta Mahoma. Además, ha
dicho, con mucho odio que le salía por los poros de la cara, que «se debería
quemar 100 coranes más».
Jimmie
Åkesson, el líder del partido neonazi Demócratas Suecos, no está de acuerdo con
que se modifique la ley que protege la libertad de expresión. Uno de sus
argumentos es que si se modifica la ley, entonces los grupos musulmanes
exigirán nuevas prohibiciones. La cabecilla del partido Demócratas Cristianos,
Ebba Bush, también está en contra de modificar la ley. Y el primer ministro
sueco, Ulf Kristersson del partido Moderado, tiene una posición ambigua,
pusilánime e hipócrita en sus comentarios acerca de la quema del Corán. Y ha
dicho: «Nos encontramos en un estado muy grave en cuanto a la seguridad de
Suecia se refiere. Esta situación es la más seria después de la Segunda Guerra
Mundial». Kristersson no ha condenado severamente la quema del Corán. En el
país vecino Dinamarca, también quemaron coranes, pero ha modificado su
legislación. Copenhague ha prohibido por ley la quema del Corán. La legislación
finlandesa no permite la quema de Sagradas Escrituras. En cambio las élites
suecas, que actualmente gobiernan el país, erróneamente creen que Suecia es el
ombligo del mundo. Consideran que tienen la mejor democracia. Y, por ende, una
«impecable libertad de expresión». A decir verdad, muchos países tienen una
amplia libertad de expresión. Pero lo que está claro, es que la libertad de
expresión es una manifestación pública delimitada. Para ejercerla hace falta
tener inteligencia, educación, dos dedos de frente, respeto, responsabilidad
con otros seres humanos, etc. Libertad de expresión no es difundir odio, rencor
y desprecio. Libertad de expresión no es difamar, no es «no tener límites» ni
tampoco emitir señales de superioridad. Lamentablemente ciertas élites suecas,
todavía, no han entendido que la famosa libertad de expresión tiene límites. No
han comprendido que el libro sagrado del islam, el Corán, encierra misticismo,
cultura, sentimientos y religiosidad. Y que millones de seres humanos caminan
por los senderos del profeta Mahoma. Obviamente se puede criticar a una
religión, pero hay que hacerlo con altura. Patear el Corán, arrancar hojas del
libro sagrado, limpiarse los zapatos con el Corán, envolverlo con panceta y
luego quemarlo en público; es un insulto y un acto de odio contra la comunidad
musulmana en Suecia en particular, y contra
los
pueblos islámicos en general.
Los
partidos políticos Moderados y Demócratas Suecos hacen la combinación perfecta
para proyectar chispazos ultrarreaccionarios, no solamente en este aspecto;
sino también en otras áreas de la sociedad. Y esta realidad deteriora un Estado
de bienestar como es considerado Suecia. Pero afortunadamente hay una luz al
final del túnel. No todo el pueblo sueco está de acuerdo con la quema del
Corán. La empresa de consultoría en estadística, Kantar Public, a pedido de la
Televisión Sueca, realizó una investigación con una población considerable. Se
preguntó si se debería prohibir o no la quema de libros sagrados en público. Un
53 por ciento de los participantes considera que se debería prohibir la quema
de libros sagrados como el Corán, la Biblia y la Torá. El 34 por ciento
contestó que debería ser permitido quemar libros sagrados. Y el 13 por ciento
se sienten dudosos ante la pregunta.
Ojalá
que la luz de la libertad de expresión, en Suecia, arroje nuevos horizontes
para convivir en paz en medio de la diversidad.
(c) Javier Claure C.
Estocolmo
Javier Claure C. es un escritor y periodista cultural de origen boliviano radicado en Suecia
texto y foto enviado por Javier Claure C. para su publicación en Archivos del Sur
Foto:
Musulmanes ofendidos por la profanación del Corán en Suecia.
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