Invitación al soneto por Alejandro Emilio Ramírez Ravelo




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Decía la diosa suprema del Parnaso poético cubano —uno de los más notables de la poesía de habla hispana, por cierto—, Dulce María Loynaz (1903-1997), que cada poeta podía realizar su obra como mejor entendiera, pero que debía escribir al menos un soneto. Es obvio que la excelsa poetisa (premio Miguel de Cervantes 1992) exageraba un poco, pero su opinión nos asiste para demostrar la importancia de esta ligadura de catorce versos y de la posibilidad que nos provee de ejercitar nuestro florete poético y demostrarle al lector —si verdaderamente estamos interesados en que nos lean— nuestra valía con una elegante y sorpresiva estocada poética. No es propósito aquí exponer la historia del soneto ni de sus principales cultivadores: ahí está la Internet para quien desee profundizar —aseguro que es interesantísima. 

El soneto clásico consta de catorce versos divididos en cuatro estrofas: dos cuartetos y dos tercetos. Cada verso posee once (endecasílabo se llama oficialmente) sílabas métricas (que son —como veremos— de importancia suprema a la hora de versar y que poseen notables diferencias con las divisiones de palabras en sílabas que nos enseñaron en el colegio), y su rima consonante, salvo contadas excepciones, es en los cuartetos ABBA, ABBA y diversas combinaciones en los tercetos evitando siempre la rima empleada en los cuartetos. Por ejemplo, la combinación más empleada por Garcilaso de la Vega en los tercetos fue CDE, CDE. Esta forma clásica se mantuvo más o menos respetada durante casi todo el Siglo de Oro literario español y también en sus colonias de América. Era, además, la composición poética preferida de los artífices de la poesía. 

 La gran excepción fue el denominado soneto con estrambote que no es otra cosa que añadir dos o tres versos a los catorce fijados. Hago notar que ese "estrambote" dio lugar al término "estrambótico" que significa extravagante, irregular y sin orden y que posee unos cuantos sinónimos: casi ninguno con sentido positivo. En el caso de su uso en el soneto no significa vulgar y se han compuesto varios sonetos con estrambote notablemente famosos. 

Fue durante el Modernismo donde el soneto adquirió inusitada libertad formal —tarea para los que deseen profundizar en tal aseveración— (1) y esa libertad desaforada nos trae a la contemporaneidad: al soneto desde el Modernismo hacia nuestros días.

La indiscutida superioridad y popularidad del soneto respecto a las diversas maneras de versar hará que coincidan conmigo, amigos poetas, en que es preciso manejar los instrumentos básicos que nos permitan componer —al menos uno— un espléndido soneto. Examinemos un soneto estructurado a la manera puramente clásica ya descrita: 

Poeta: José María Heredia. (Cuba, 1803- 1839)

Título: La desconfianza.


Mira, mi bien, ¡cuán mustia  y desecada

del sol al resplandor está la rosa

que en tu seno tan fresca y olorosa 

pusiera ayer mi mano enamorada!


Dentro de pocas horas será nada...

No se hallará en la tierra alguna cosa 

que a mudanza feliz o dolorosa,

no se encuentre sujeta y obligada.


Sigue a las tempestades la bonanza:

Siguen al gozo el tedio y la tristeza...

Perdóname si tengo desconfianza 


de que dure tu amor y tu terneza;

cuando hay en todo el mundo tal mudanza,

¿Sólo en tu corazón habrá firmeza?


José María Heredia pertenece a los "Dii Majori" (dioses mayores) de la poesía cubana y este es un soneto impecable.

Nota curiosa: Existe polémica sobre el verdadero autor de este soneto: En las Obras Completas de Gabriel de la Concepción Valdés  (Plácido), aparece con el nombre de "A mi amada". Es el mismo soneto con ligeras variaciones en su sintaxis. Conozco que se ha publicado al respecto, pero no he podido leer los trabajos. Parece que un ilustre cubano, Manuel Sanguily, dio por terminado el debate afirmando la paternidad de Heredia sobre el soneto... Por lo que he logrado averiguar, esa solución no me satisface... Ya veremos, en un trabajo futuro, si podemos arrojar luz sobre ese asunto.


Los modernistas abrieron extraordinariamente el diapasón formal del soneto. Disfrutemos de un soneto de Rubén Darío, líder de esa pandilla de subversores:


Poeta: Rubén Darío. (Nicaragua, 1867- 1916)

Titulo: La dulzura del Ángelus.


La dulzura del Ángelus matinal y divino

que diluyen ingenuas campanas provinciales 

en un aire inocente a fuerza de rosales,

de plegaria, de ensueño de virgen y de trino 


de ruiseñor, opuesto todo al rudo destino 

que no cree en Dios... El áureo ovillo vespertino 

que la tarde devana tras opacos cristales 

por tejer la inconsútil tela de nuestros males


todos hechos de carne y aromados de vino...

Y esta atroz amargura de no gustar de nada,

de no saber adónde dirigir nuestra prora,


mientras el pobre esquife en la noche cerrada 

va en las hostiles olas huérfano de la aurora...

(¡Oh, suaves campanas entre la madrugada!)

Advertimos de inmediato el abandono del autor de "Azul" de los versos endecasílabos en favor de los alejandrinos  (catorce sílabas métricas); reordena como mejor le parece la rima del segundo cuarteto y en el primer verso del primer terceto introduce una rima empleada  en los cuartetos. Por si fuera poco, en su ejercicio desmitificador, hace uso de una licencia poética empleando el latino "prora" por "proa" para garantizar la rima del tercer verso del primer terceto. Darío nos da un vivo ejemplo de uso de mandoble en lugar de florete para lograr lo que desea transmitir con su soneto. Lo anterior trae aparejado una enseñanza: jamás la estructura formal de un poema debe prevalecer sobre el contenido de lo que el poeta desea expresar... Si la idea o imagen deseada no admite determinadas formas será necesario desplazarse hacia posibilidades que ofrezcan mayores libertades. Si el poeta percibe que no fue dicho lo deseado en la forma escogida: el lector inteligente descubrirá su debilidad y considerará intrascendente el poema leído.

No puedo resistir la tentación de proponerles a continuación  esta joya literaria, una genuina obra de arte: un soneto de César Vallejo.


Autor: César Vallejo. (Perú, 1892- 1938)

Título: Idilio muerto.


Qué estará haciendo esta hora mi andina y dulce Rita

de junco y capulí;

ahora que me asfixia Bizancio, y que dormita 

la sangre, como flojo cognac, dentro de mí.


Dónde estarán sus manos que en actitud contrita 

planchaban en las tardes blancuras por venir;

ahora, en esta  lluvia que me quita

Las ganas de vivir.


Que será de su falda de franela; de sus 

afanes, de su andar;

de su sabor a cañas de mayo del lugar.


Ha de estarse a la puerta mirando algún celaje,

y al fin dirá temblando: " ¡Qué frío hay... Jesús!".

Y llorará en las tejas un pájaro salvaje.

El autor de «Trilce» no tiene reparos en introducir heptasílabos  (siete sílabas métricas) en las tres primeras estrofas de un soneto donde predominan los alejandrinos. Inclusive, en el segundo cuarteto aparece un verso endecasílabo. Observen en la terminación del primer verso del primer terceto como  se logra la rima consonante  (sus - Jesús). Son consonantes agudas en la primera estrofa: capulí - mí. En la segunda estrofa son consonantes agudas: venir - vivir. Sin embargo, estas parejas de consonantes son asonantes entre sí. El poeta hace lo necesario para transmitir  su estado de ánimo, sus evocaciones... ¡Y cómo lo logra! 

Noten la fluidez rítmica del poema (recomiendo su lectura en voz alta) y perciban la posibilidad de que las rimas agudas influyan en la emotividad del poema. Resulta un poco más complejo identificar la intención del autor de oralizar el poema (con lo que se desmarca de las pautas modernistas: pese a que la fachada respeta la tradición: es evidente que existen cambios en el interior de esta casa poética). Las pistas que demuestran la intención de crear un tema vivo —oral— están en el primer verso donde se omite el artículo "a": "Qué estará haciendo esta hora..." Donde podía haber dicho "Qué estará haciendo a esta hora..." sin detrimento de la métrica. (2)

La segunda pista, que descubre las intenciones de este portento de nuestras letras, está  en la ausencia de los signos de interrogación  y vean que las tres primeras estrofas constituyen preguntas que el poeta intenta responder, según le dicta su imaginación, en los dos primeros versos de la última estrofa. Saliendo de estos dos versos nadie duda de que la ilusoria respuesta que se da el poeta es exactamente la correcta. El soneto concluye con un verso complementario  de lo que, nos dice el poeta, estaría haciendo "la dulce Rita" y que pareciera no tener una estrecha relación con el resto del poema: "Y llorará en las tejas un pájaro salvaje". Y claro que es correcta la apreciación: el poema podría perfectamente finalizar en el verso trece... Este misterioso verso que amarra al soneto tiene que ver con el poeta  (Vallejo) y las circunstancias vitales que fueron conformando el poema... Se han derrochado ríos de tinta y se han compuesto varios tomos acerca de la vida de este autor... No corresponde tratar aquí tales cuestiones. 

Ese verso final, que contextualizado con el resto del poema se traduce en uno de los versos más inesperados y hermosos del idioma, me recuerda que debo decirles algo que al menos yo, considero importante: el último verso de un soneto —y tal vez el último verso de cualquier trabajo poético, esté contenido en las formas que sean— no puede ser un verso más: si pretendemos la perdurabilidad de un poema, ese verso conclusivo debe ser cuidadosamente trabajado. Poetas hay que han entrado a la historia de la literatura por sus aciertos en el último verso. Y es que, como en muchas facetas de la vida, la última impresión es la que perdura.

Nota curiosa : Vean este terceto:

Al verla tan hermosa, entre el follaje

el viento apenas susurrando gira,

salta reinando el pájaro salvaje.

Pertenece al soneto "En el baño" del mexicano Manuel M. Flores (1840 - 1885).

¿Lo conocía Vallejo? Estoy seguro. ¿Es plagio? ¡Por supuesto que no! Esos dos vocablos no son suficientes para tal afirmación aunque en ambos poemas la temática sea el amor... Bueno, en el de Vallejo el amor es una justificación para otras profundidades...

En la actualidad no es extraño encontrar sonetos con rima asonante o sin rima, es decir, con sus catorce versos blancos. No existen normas que impidan total libertad. Ni siquiera las del buen gusto, porque sonetos hay compuestos de estas dos maneras que poseen extraordinaria calidad.

Ahora apreciaremos un sonetillo que no es otra cosa que un soneto en metros de arte menor (menos de nueve sílabas métricas). El sonetillo es otra de las diabluras de los modernistas, que esos parranderos no se cansaban de desfigurar todo lo que consideraban vetusto: es decir, sujeto a modernizarse. Pero no deja de ser válido como parte de la onda expansiva que sufrió —¿o gozó?— el soneto clásico. Les presento a un amigo que gusta de su seudónimo: Otis Amot. Deleitémonos con su sonetillo:

Autor: Tom Duque (Otis Amot). (Guatemala, 1950 - )

Título: Vamos al mar.


Ven amor, vamos al mar

a hundir el alma en las olas.

De la mano tú y yo a solas

nuestras angustias borrar.


Ven amor, vamos a amar

como aman las amapolas

y detrás de banderolas

oír las olas, rimar...


Tú  y yo en pos de un sonetillo:

Vadeando en armonía 

pongo en mi  anular... tu anillo.


Nos llega la luz del día 

En claro y sonoro brillo:

El mar, tú y yo... Dulce orgía. 

La poesía es concentración artística, elevación del espíritu y consta de un complejo andamiaje técnico y cultural que la dota de enormes complicaciones de todo tipo... Nada de eso disgusta a la poesía con el humor, el verso más ligero o menos concentrado de filosofía y tensión intelectual y dotado de complejas imágenes e intensas metáforas... Casi todos los grandes poetas tuvieron sus momentos de humor o disminuyeron tensiones con poemas más ligeros: lo interesante está en que muchos de esos poemas alcanzaron la condición de obras de arte literarias. En el hermoso sonetillo de  Otis Amot se aprecia una picante alegoría: ¿la descubrieron? Y lo anterior no hace más  que corroborar las inmensas posibilidades que brinda y brindará el soneto.

Lo hasta aquí visto demuestra que cualquier actitud formal frente al soneto es totalmente válida. No existe otra forma poética que posea esa divina cualidad. El soneto posee otra notable virtud referida a su manera clásica: el soneto clásico no pasa de moda... Los poetas actuales siguen cultivando el soneto clásico con éxito.

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Invito entonces a que — si no lo han intentado— se aventuren a escribir un soneto, y no uno cualquiera, sino un magnífico soneto... Pero antes de emprender el ejercicio les propongo abundar un poco en una cuestión inevitable en este oficio: nos referimos al ritmo. Mi opinión al respecto es conservadora: no concibo a la poesía sin ritmo.


No es posible dejar de percibir el ritmo en los sonetos presentados. Hemos observado la diversidad de maneras en que los autores han asumido la forma de componer su soneto: han hecho "de todo" y sólo han conservado el criterio básico que define a un soneto, a saber, los catorce versos divididos en dos cuartetos y dos tercetos. Pero existe otro elemento que se ha respetado a rajatabla por muy iconoclasta que fuese el autor: el ritmo.


¿Cómo obtener ese ritmo cadencioso, facilitador de la lectura y la declamación y que realza las calidades de estos sonetos? Evitaremos hablar en este mínimo trabajo de versos yámbicos o trocaicos y de otras cuestiones relacionadas que me espanten al amigo lector que ha tenido la amabilidad de llegar hasta aquí. Si analizan cualquier verso (exceptuando el sonetillo) en alguno de estos sonetos comprobarán  que está acentuado en la sexta y la décima sílaba métrica en el caso de los endecasílabos  y en la sexta y la decimotercera de los alejandrinos. El acento final (en 10 o en 13) no ofrece mayores dificultades porque la medida silábica del verso se establece como si el mismo concluyera en palabra llana (y tal vez ya conozcan —y si no lo saben se los digo— que si el verso termina en palabra aguda se cuenta una sílaba de más y si termina en palabra esdrújula se resta una sílaba).


La clave de lo que venimos exponiendo  está  en el acento en la sexta sílaba métrica y en general ya se habrán percatado de que la rítmica poética depende de dónde acentuamos las sílabas métricas de cada uno de los versos del poema. Existen muchos esquemas en materia de acentuación de versos... De hecho, les prometo proporcionarles una especie de regla muy simple para que puedan componer, exitosamente y sin detrimento de la calidad formal, un soneto. La gran mayoría de nosotros poseemos un detector  de acentos disonantes que nos indica cuándo determinado  sonido no va con el verso que pretendemos dentro de la estructura de un poema: el oído. Si este sentido nos advierte de que algo no se escucha bien durante la lectura de un poema debemos prestarle la máxima atención y revisar allí concienzudamente en la posible disonancia para descubrir el error y subsanarlo. Reitero que en cuestión de acentuación de versos y combinaciones de tales acentos hasta en  un mismo poema (también sonetos) existen muchísimos ejemplos, pero coincidirán conmigo en que se elevan  las complejidades del análisis y poemas y autores hay que requerirían un estudio específico.


Si pretendemos escribir un soneto en versos alejandrinos debemos tener en cuenta de que este metro de arte mayor (más  de nueve sílabas métricas) posee  cesura (pausa) en la séptima sílaba métrica dividiendo el verso en dos partes denominadas hemistiquios.


En el verso de Darío: "La dulzura del Ángelus / matinal y divino" 

Ya lo dividí en sus dos hemistiquios, y lo que hay que considerar es que en el primer hemistiquio aplica la regla de la medida silábica del verso que se considera termina en palabra llana: así, como ese hemistiquio termina en palabra esdrújula, se resta una silaba: "Ángelus", que cierra el hemistiquio posee tres sílabas gramaticales pero se cuentan dos sílabas métricas.


Cumplo ahora la promesa de recomendar una pequeña regla para garantizar un ritmo correcto en un soneto. Podríamos decir que es una regla para principiantes pero aseguro que el poeta podrá componer un soneto formalmente correcto sin disonancias indeseables y que la calidad del mismo dependerá del talento del poeta para dotar de valores el contenido.


Recomendacion: Y esto lo tengo muy claro. Trabaje primero el soneto clásico. La ejercitacion que conlleva la composición de un soneto a la manera clásica les permitirá posteriormente, si así se desea, ponerse en "modo modernista" y explorar otras variantes. 


Definida la forma del soneto centrémonos en conseguir el ritmo: olvidemos otros acentos y hagamos lo necesario para asegurar el de la sexta sílaba métrica. ¿Y cuáles son los obstáculos que debemos sortear para asegurar ese acento? Lo primero lógicamente es saber cuáles palabras escoger para asegurar un verso que está al servicio de lo que pretendemos decir en el poema y aquí viene el fundamento de nuestra regla: consideremos obligatoria la sinalefa y maneje a discreción la sinéresis.


Espero que sean pocos los que exclamen: ¡Dios mío, qué  significan esas cosas! Pero es muy sencillo comprenderlas: La sinalefa une en sílabas vocales pertenecientes a palabras diferentes. Ej: "pusiera ayer". Aplicamos la sinalefa: pu/sie/raa/yer. Y donde contábamos cinco sílabas gramaticales nos quedaron cuatro sílabas métricas.


La sinéresis reduce en una sílaba vocales pertenecientes a una palabra que gramaticalmente (hiato) estarían en sílabas diferentes. Ej: "ahora". Aplicamos la sinéresis: aho/ra. Y donde existen tres sílabas gramaticales quedamos con dos sílabas métricas.


Si usted está decidido a ser llamado Poeta o Poetisa debe aprender a incorporar tal si fuera su respiración a estas dos señoritas: sinalefa y sinéresis. Existen otras licencias que deben conocer, pero es suficiente con manejar estas dos.


Veamos un par de ejemplos de los sonetos expuestos. En el de Heredia: 

 "Pusiera ayer mi mano enamorada" 

Lo dividimos en sílabas métricas:  

"Pu/sie/raa/yer/mi/ma/noe/na/mo/ra/da". 

Verifiquen que las  dos sinalefas  (raa-noe) garantizan  las once sílabas métricas y el acento logrado en la sexta (ma).


En el de Vallejo: "Ahora que me asfixia Bizancio, y que dormita". 

División en sílabas métricas: 

"A/ho/ra/que/meas/fi/xia/Bi/zan/cioy/que/dor/mi/ta". 

Vallejo no aplica la sinéresis en "ahora" y sí  la sinalefa en "me asfixia", lo que le permite conseguir el acento en la sexta sílaba métrica (fi). Observe otra sinalefa  en la décima sílaba métrica y el verso queda amarrado con sus catorce sílabas métricas.


Con esto llegamos al final de la pequeña regla y de esta «Invitación al Soneto». Espero les reporte alguna utilidad cuando se enfrenten a la página en blanco con la intención de regalarnos un formidable soneto.

Bibliografía.
(1) Yanes, Mirta. Antología del soneto hispanoamericano. Editorial Arte y Literatura. Instituto Cubano del Libro. 2018. Impreso. Su prólogo y selección ha sido de gran utilidad en la primera parte de este trabajo.

(2) Ortega, Julio.Trabajo Crítico. La hermenéutica vallejiana y el hablar materno. ( Pág 49 - 63) Cuadernos Casa No 47. Fondo Editorial Casa de las Américas. 2012. Impreso.

(c) Alejandro Emilio Ramírez Ravelo

Alejandro Emilio Ramírez Ravelo. Nacido en 1967 en Jobabo, Las Tunas. Cuba.

Poeta, narrador y crítico literario. Ingeniero Mecánico. Universidad de Camagüey.

Segundo lugar del I Certamen Internacional de Poesía "Natalio Valbuena Parra", convocado por la Academia Nacional e Internacional de Poesía A. C. Sede Tapla. Dependiente de la Ilustre y Benemérita Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística. México 2023.

Tercer Premio del III Certamen Poético Internacional "Composición con la estrofa Julia", convocado por la Asociación Espejo de Alicante. España. 2023.

Tercer Premio en la modalidad de «Sonetos» del 1er Certamen Internacional de Poesía, Sonetos, Microrrelatos y Haikus " Homenaje a Juan M. Fangio", convocado por el Centro Cultural Kemkem. Argentina. 2022.

Mención en la modalidad de Poesía del II Concurso Internacional de Cuento y Poesía "Julio Cortázar", convocado por la SADE, filial Lomas de Zamora, Buenos Aires. Argentina. 2022.

Mención de Honor, Poesía, del 79⁰ Concurso Internacional de poesía y narrativa "Camino de Palabras 2023". Instituto Cultural Latinoamericano de Junín, provincia de Buenos Aires, Argentina. Seleccionados dos de sus sonetos para integrar la Antología Internacional "Camino de Palabras".

Seleccionado entre los cincuenta finalistas del IV Certamen Internacional de Poesía Aliar para integrar la IV Antología del certamen. Aliar Ediciones. España. 2022.

Finalista del Tercer Concurso Internacional de Cuento "20 años de Revista Archivos del Sur".  Revista Archivos del Sur. Argentina.   

 

 













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