Reabrió La Ideal, ahora bar notable: su inicio en la Belle époque argentina

 





(Buenos Aires)

Recientemente reinaugurada después de un largo  trabajo de restauración, la confitería La  Ideal, transformada en un bar notable vuelve a ser lugar de reuniones entre amigos y familiares, de visitas turísticas, de sentarse a tomar un café y escuchar la música que interpretan en vivo en el entrepiso.





Hace unas cuatro décadas, se podía ver a la notable escritora Beatriz Guido, un domingo a latarde escribiendo en una de esas mesas. Varias personalidades la frecuentaron: Jorge Luis Borges, Carlos Gardel, el presidente Arturo Frondizi. La visitaron Yoko Ono, Charlie Watts,  Alan Parker quien eligió filmar ahí algunas escenas de su film Evita.




En los años 70 y 80, era una época de tomar un café o un té antes de ir al cine del mismonombre ubicado a unos pasos de ahí o tal vez al cine Ópera o al Gran Rex, en la calle Corrientes. Fue el  inmigrante español Manuel Rosendo Fernández quién fundó La Ideal en el año 1912.

Entrar ahora, en el bar notable, con los muebles, espejos y vitrales nos hace viajar en el tiempo.






En 1912, dos años después de la celebración del Centenario, Buenos Aires era una ciudad pujante. Los argentinos estaban orgullosos del progreso del país. Era el proyecto del 80: un país agrícola- ganadero, económicamente dependiente del Imperio Británico, y que la realidad había hecho además culturalmente afrancesado, admirador de la ópera italiana, de la tecnología alemana y de la puntualidad de los ferrocarriles ingleses, despreciativo de la grosería norteamericana y por lo tanto desinteresado de sus logros.

También era una república regida por la constitución democrática y federal sancionada en 1852, que sin embargo era gobernada por una oligarquía que aceptaba cada vez menos las voces discordantes.

En 1910, todos los argentinos coincidían en algo: estaban orgullosos de serlo.

En mayo, se reunieron en Buenos Aires dos congresos feministas. Uno organizado por el Consejo de Mujeres, se denominó Congreso Patriótico y del Centenario y comenzó con una declaración solemne por la cual las participantes afirmaban no aspirar al sufragio. El otro encuentro, fue el Primer Congreso Femenino Internacional, organizado por la Asociación de Universitarias Argentinas, presidida por la doctora Petrona Eyle desde su fundación en 1901.

Este Congreso, organizado por iniciativa de la doctora Julieta Lanteri, tuvo dos años de preparación, y contó con la presencia de importantes médicas, educadoras, escritoras y militantes, que esperaba lograr para las mujeres un sitio menos secundario que el socialmente aceptado. Figuraron como miembros honorarios del encuentro varias mujeres notables: la condesa de Pardo Bazán, Marie Curie, María Montessori y Helen Key, entre otras. Entre las 185 participantes inscriptas se destacaron además de Petrona Eyle, Cecilia Grierson – que al recibir su título de médica en 1889 se convirtió en la primera médica de Sudamérica -, Julieta Lanteri, médica y farmacéutica nacida en Italia, una de las primeras mujeres extranjeras en tener su carta de ciudadanía, Sara Justo – odontóloga, hermana de Juan B. Justo-. Irma Vertía, Ada Elflin,

Fenia Chertkoff – primera esposa del político socialista Nicolás Repetto – entre otras.

Se destacaron algunas ponencias como la de la doctora Elvira Rawson – más tarde de Dellepiane – o el trabajo de Julieta Lanteri Renshaw sobre la prostitución.

La ciudad de Buenos Aires, que según un escritor inglés en 1823 se definía por sus mujeres hermosas, su brillantez en el teatro, “que no es mayor en los teatros de París ni de Londres” citado por José A. Wilde en su libro “Buenos Aires desde 70 años atrás”,se destacaba en el Centenario por este tipo de  reuniones que destacaban la brillantez intelectual de algunas de las mujeres más notables del país.

En el año 1909 desembarcaron en el puerto de Buenos Aires casi 235.000 inmigrantes provenientes de los más diversos lugares del mundo. Los contingentes mayoritarios provenían de España, Italia, Rusia y Siria. Algunos venían a “hacer la América”, otros buscaban sobrevivir. Muchos se volvían a su país de origen pero el balance de cifras dejaba un importante remanente que decidía quedarse en el país.

La suma de nacionalidades agregadas a los criollos nativos, conformaría con los años eso que – como dijo Jorge Luis Borges – “nadie puede definir: un argentino”.

Los inmigrantes respondían al ofrecimiento de la Constitución Nacional de 1852, que invitaba a “cualquier hombre del mundo” para habitar el suelo argentino, en cumplimiento de la premisa enunciada por Juan Bautista Alberdi de que “gobernar es poblar”. Habían llegado muchos escapando al hambre de las aldeas gallegas o calabresas, del hacinamiento de Génova y Nápoles, de la miseria de Europa Central o de las persecuciones y pogroms zaristas. América los encandilaba, traían esperanzas y se embarcaron por millares hacia un país del que esperaban todo, pero donde pensaban que todo estaba por hacer y había trabajo.

Con este panorama fue fundada La Ideal. Al visitar este café notable en el centro porteño, además de tomar un café y pasar un buen rato, podemos viajar en el tiempo y atisbar el siglo que pasó.

Bibliografía:

José A. Wilde, Buenos Aires desde 70 años atrás, Editorial Universitaria de Buenos Aires

Horacio Salas, El Centenario, Editorial Planeta

 

 

 

 



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