Más de un siglo de lucha por la igualdad por Javier Claure C.
Huelga en contra de la explotación de las mujeres (EEUU, 1912) |
moneda con imagen de Clara Campoamor, impulsora del sufragio femenino en España
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Clara Zetkin (izq.) y Rosa Luxemburgo (der.), ambas de tendencia comunista |
Mujeres rusas en huelga (Petrogrado, 1917)
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(Estocolmo) Javier Claure C.
La
historia de las mujeres, a lo largo del desarrollo humano, ha sido una historia
cargada de dolor, de abuso, de exclusión y de penurias de toda índole. Desde
los más eruditos hasta los más ignorantes han tratado de subordinar a la mujer
bajo su poder. En muchas culturas, incluso antes de Cristo, la mujer era vista
como una ciudadana de segundo grado. Zaratustra, poeta del siglo VII a. C.
decía por ejemplo: «La mujer debe adorar al hombre
como a un Dios. Cada mañana debe arrodillarse nueve veces consecutivas a los
pies del marido».
Por otro lado, distintas religiones han
contribuido, de una u otra manera, al sometimiento de la mujer. En Génesis
3:16, del Antiguo Testamento, se revela esta situación: «Multiplicaré
en gran manera los dolores de tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos; y tu
deseo será para tu marido, y él se enseñoreará de ti». La
herencia romana del «pater familias» es
otro factor que ha contribuido a la sumisión de la mujer. El «pater
familias» era el jefe de la familia y tenía el poder
absoluto sobre su esposa, sus hijos y sus esclavos. Era el responsable de la
propiedad familiar e incluso tenía derecho a decidir si los miembros
de la familia, incluyendo a los esclavos, vivían o morían. Es decir, cargaba en
sus espaldas la «vitae necisque potestas»
(poder de vida o muerte). Entonces surgió el patriarcado,
como organización social, en donde el patriarca de la familia tiene el poder. Y
este hecho, sin lugar a dudas, trajo consigo la opresión y la dominación de la
mujer. Es así que las mujeres no tenían derecho a voto, derecho a estudiar en
las universidades, no tenían acceso a la política ni a la vida pública. Eran
consideradas propiedad del marido y, en consecuencia, se dedicaban solamente a
tareas del hogar. En otras palabras, sus ideas, sus deseos y sus inquietudes
intelectuales se esfumaban como pompas de jabón dentro de cuatro paredes. Pero
a pesar de muchos obstáculos en el camino, siempre han existido mujeres que han
mostrado gran inteligencia, rompiendo el cerco impuesto ante ellas por las
sociedades retrógradas y machistas. También han existido mujeres que lucharon
por liberarse del yugo patriarcal. El escritor y filósofo italiano, Umberto Eco
(1932-2016) escribió: «No es que no hayan existido
mujeres filósofas. Los filósofos han preferido olvidarlas».
Hiparquía de Grecia (300 – 346 a. C), quizá sea una de las primeras mujeres
filósofas. Otro ejemplo digno de citar es Hitapia de Alejandría (370 – 415 d.
C), filósofa y matemática. Hitapia trabajó como profesora de matemáticas y
elaboró junto a su padre, también matemático, textos para sus alumnos.
Con
el advenimiento de la era industrial, el trabajo de las mujeres se convirtió en
un trabajo pesado, monótono y esclavizado. Marx y Engels mencionaron, en sus
escritos, la sobreex-plotación que sufrían especialmente las mujeres y los
niños. La proletarización de las mujeres en el sistema capitalista se da,
afirmaban, en las mujeres sin formación profesional. Es entonces cuando surge
la mano de obra barata y los contratos masivos. Para Marx, la emancipación de
la mujer se logra a través de una Revolución Socialista. Por eso, aseguraba,
que la lucha de las mujeres debería unirse a la lucha de clases. Contrariamente a las teorías progresistas de Marx y
Engels, han existido ideólogos del movimiento obrero que no supieron
comprender, en toda su esencia, el trabajo de las mujeres. Pierre Proudhon (1809-1864) y Ferdinand Lassalle
(1825-1864) eran teóricos que mantuvieron posturas incoherentes en cuanto a la
mujer se refiere. El más reaccionario era Proudhon quien afirmaba: «Si
la mujer es igual al hombre, entonces significa el fin del matrimonio, la
muerte del amor y la ruina de la raza humana».
Proudhon nunca supo entender el protagonismo de la mujer en la evolución de la
especie humana. Lamentablemente los juicios de Proudhon y Lassalle, que
manifestaban la inferioridad de la mujer respecto al hombre, habían calado en
las mentes de las altas capas sociales del mundo.
Clara
Zetkin (política alemana, 1857-1933) y Alexandra Kollontai (política rusa, 1872-1952)
fueron figuras importantes en el proceso de emancipación de la mujer. Ellas
comprendieron perfectamente los enunciados de Marx y Engels. Zetkin perteneció
al Partido Socialdemócrata Alemán y Kollantai al Partido Comunista Ruso. En el
II Encuentro Internacional de Mujeres en Copenhague, en 1910, Zetkin junto a
Kathy Duncker; otra mujer socialista, propusieron instaurar un día dedicado a
las mujeres obreras de todo el mundo. Este día es el 8 de marzo de cada año.
Junto a Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht crearon la Liga Espartaco que fue un
grupo revolucionario. Podríamos decir que Zetkin, Kollontai,
Luxemburgo y otras mujeres de ese tiempo fueron las precursoras del movimiento
feminista. En diferentes épocas las
mujeres han puesto en tela de juicio las injusticias sociales que impone el
patriarcado frente a las mujeres. Y esas polémicas se han intensificado, al
rojo vivo, en las décadas del 60 y 70 por los movimientos feministas en ciertas
partes del mundo.
Está
demostrado que la capacidad intelectual del hombre y de la mujer son iguales
dependiendo del medio en el que se desarrollan. Sin embargo, existen muchos
hombres que se han aferrado a las teorías de Proudhon y Lassalle, y no aceptan
que sus mujeres sean más capaces que ellos intelectualmente. Las mujeres siguen
siendo víctimas de los hombres. Los abusos, los problemas intrafamiliares y la
violencia de género siguen causando traumas psicológicos en las mujeres. Las
mujeres aún son discriminadas en el trabajo y luchan, día a día, en la faena de
la casa cuidando a los hijos sin adquirir un centavo. Sin las mujeres, nosotros
los hombres no estaríamos transitando por este mundo que nos ha tocado vivir.
Sin las mujeres, la familia no existiría. Está claro, todavía queda mucho por
hacer para el bienestar de las mujeres. A pesar de ello, y gracias a las
investigaciones en el campo social, hoy en día se habla del protagonismo de las
mujeres en los diferentes campos científicos. Es decir, cuando se estudia la
sociedad contemporánea se incluye a las mujeres en las distintas áreas de la
sociedad. Esta mirada con perspectiva de género permite reinterpretar la
historia con una visión más justa y un impacto en favor de las mujeres.
©
Javier Claure C.
Estocolmo
Javier
Claure C. es un escritor y periodista cultural nacido en Oruro, Bolivia, radicado en Suecia.
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