Genio y rebelde por Reinaldo E. Marchant
Carlos Caszely y Reinaldo E. Marchant |
(Santiago de Chile) Reinaldo E. Marchant
Poco antes de entrar en cuarentena publiqué “La chica que
amaba a Honorino Landa”, un conjunto de cuentos futboleros. Uno de los relatos
está dedicado a un maravilloso atleta y sin duda el más grande futbolista de
Colo-Colo en su historia, Carlos Caszely.
El Chino es un caso único y especial de un deportista.
No sólo llenó de genialidades, fintas y gambetas un campo de
juego, sino se convirtió en el primer compatriota en hacerle, en su propia
cara, una protesta pública al temible dictador Augusto Pinochet. Este gol,
convertido en la raya de la infamia, es uno de los más heroicos sucesos
ocurridos en plena tiranía.
Se sabe que, tiempo después, Marcelo Bielsa le negaría el
saludo a Sebastián Piñera, en la Moneda, episodio que también quedó grabado en
la memoria social. Por esos días en que hablaba con Bielsa, le dije: no eres el
primero en quitarle el saludo a una autoridad. Y le narré aquel valiente e
histórico hecho de Caszely, ocurrido en plena tiranía.
Rebelde, pícaro, atrevido, eléctrico, el Chino llenó de
alegría los estadios. El hincha compraba boletos para verlo en acción y los
rivales extranjeros preguntaban siempre “¿juega Caszely?”.
Es que “el Gerente”, como lo llamaban en España, era un
futbolista completo, que definía de cabeza, eludiendo al golero de turno, de
taco, haciendo “globitos”, era un crack. Alexis Sánchez, a quien aprecio mucho,
no era la mitad de su talento, por dar un ejemplo.
Un detalle siempre llamó mi atención: jugando con la
camiseta alba seguidamente era derribado en la aérea chica y se marcaba el
respectivo penal. Como era un mozalbete,
el cobro lo aprovechaba un Chamaco Valdés, Carlos Rivas o Severino Vasconcelos.
Es decir, de haber lanzado la mitad de las penas máximas, el Chino hubiera
incrementado su récord (que ya es alto) a unos quince o veinte goles más, por
lo bajo.
En el relato referido, llamado “Tacos, driblen y rebeldía”,
se recrea igualmente al inmenso Sócrates, aquel extraordinario Quijote del
fútbol brasileño, que desafió al dictador militar Joao Baptista Figueiredo con
su cruzada rebelde, cada domingo, jugando con un cintillo con frases que pedían
libertad y democracia. A no dudar, Sócrates fue hermano de sueños y osadía, en
un campo de juego y fuera de ésta, con Carlos Caszely.
Vale demasiado resaltar el legado del Chino, en tiempos
donde la compostura y valores no se encuentran en los multimillonarios
futbolistas de ahora, más ocupados en los cortes de pelo y el color de sus
botines.
En lo personal, dos jugadores me levantaban del asiento
cuando tomaban la pelota, el gran Garrincha y nuestro habilidoso atacante,
Caszely. Sabía que de esos arranques,
con la de cuero adherida al pie, podía aflorar lo que venía a buscar: magia.
Estudió en la Facultad de Letras de la Universidad Católica de Chile. Fue diplomático,
Agregado de Cultura y Prensa en la Embajada de Chile en Uruguay (1994-97) y Embajada
de Chile en Colombia (1998-99), donde participó junto al Premio Nobel de Literatura
Gabriel García Márquez de un Taller de Literatura y Periodismo Latinoamericano.
Con Mario Benedetti divulgó una antología de escritores chilenos y uruguayos, y con
Eduardo Galeano presentó en Montevideo Cuentos de fútbol del sur del mundo.
Formó parte del panel "Fútbol de América" del programa de televisión "Síganme los buenos"
con el destacado conductor Julio César Rodríguez y el poeta Erick Polhammer.
Ha publicado cinco libros con historias de fútbol, varios de ellos incluidos en antologías
de diversos países. Para la copa América del año 2011, el Gobierno de Argentina lo
seleccionó como escritor representante de Chile para formar parte de la Antología
Selección de Fútbol de América, distribuyéndose gratis en los estadios medio millón
de ejemplares durante ese certamen internacional.
Grande Reinaldo. Y gracias a Araceli Otamendi por la difusión de la literatura latinoamericana.
ResponderEliminar