Juan Rulfo, Pedro Páramo y la poesía en México por Washington Daniel Gorosito Pérez

      

(México, D.F.) Washington Daniel Gorosito Pérez
Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno, el padre de “Pedro Páramo”, esa novela que es una versión moderna y existencial del purgatorio, el segundo de los tres cantos de la Divina Comedia de Dante Alighieri.
Originalmente la novela Pedro Páramo se denominaría, “Los murmullos”, pero finalmente el escritor jalisciense decidió bautizarla con el nombre del amo y señor de vidas y haciendas de Comala y de las tumbas también.
Pedro Páramo, ese cacique rural, bien a la mexicana, violento y rencoroso de la época de Porfirio Díaz y la Revolución Mexicana, no en vano en su periodo de gobierno lo ubicará y en un lugar (San Gabriel, en el Estado de Jalisco, tierra del mariachi y el tequila; el pueblo de la infancia de Rulfo donde vivió con su abuela, que un día fue próspero y que en la novela se transforma en Comala en un territorio desolado.
De esa manera Juan Rulfo abordará el mito del paraíso perdido. La ideología y cultura del amo y señor de la Medialuna, Pedro Páramo es patriarcal, autoritaria y dominante, basada en los antiguos códigos de propiedad y en una legitimidad que encontrará sus raíces en los encomenderos del siglo XVI que se establece en la Nueva España en el 1503 con un sistema muy parecido al feudal.
Ese Pedro Páramo que obliga a Susana San Juan a convertirse en su esposa, en cuyo amor forzado encontrará su propia condena y muerte. Esta le llegará mientras contempla en el horizonte el camino recorrido por el cadáver de su mujer camino al cementerio.
Aquél Juan Preciado que al inicio de la novela buscaba a su padre Pedro Páramo, irá descubriendo lentamente que en realidad su padre ha muerto y que él mismo también está muerto.
El escritor utiliza de forma magistral una estructura de fragmentos relatados por narradores diferentes, ubica a sus personajes al otro lado de la muerte. No hay posibilidad de diálogo entre los vivos, la comunicación es canalizada a través de los muertos. Solo de esa manera es como Juan Preciado le puede contar a Dorotea, desde la vecindad de su tumba, el propósito y los avatares de su visita a ese territorio, Comala, pueblo vacío y desierto.
Allí convergen palabra y silencio. No olvidemos que Rulfo consideraba necesario exprimir la palabra, quedarse con lo esencial de un texto. En los pueblos de su infancia la palabra era parte del silencio. El silencio para Juan Rulfo era tan importante como el sonido de la palabra.
Contó en una ocasión la periodista argentina Adriana Bianco, amiga de su hijo Pablo y que trabajaba en la Galería de Arte Arbil, que cuando Rulfo fue a ver una exposición fotográfica de Manuel Álvarez Bravo y sus alumnos, en determinado momento el escritor le dijo: “La poesía está en cualquier rincón de México”.
Pese a que en 1970 fue laureado con el Premio Nacional de Literatura y en 1983 recibió el Premio Príncipe de Asturias, entre otras importantes distinciones, y fue traducido a más de 50 idiomas, esto no parecía importarle mucho. Parecía que Rulfo decidió refugiarse en otro mundo, el mundo de Pedro Páramo, sabía que el “realismo mágico” estaba en Comala y fue el padre de ambos, del movimiento literario y del cacique.
Rulfo sólo tejió las palabras para devolvernos la imagen y el dolor de su México profundo. Alguna vez dijo el escritor: “todo lo que platico o escribo nunca ha sucedido”. Esa creatividad literaria logra que la poesía esté presente en cada hoja de Pedro Páramo, desde sus primeras líneas que les comparto traducidas al náhuatl, lengua que se mantiene viva en México con casi tres millones de hablantes y es más que dulce:
“Ni hacico Comala ipampa nechilhuihqueh nican nemiyaya notah, ce tlacatl Pedro Páramo”.
“Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo”.

 (c) Washington Daniel Gorosito Pérez
México, D.F.

Washington Daniel Gorosito Pérez es un escritor y periodista de origen uruguayo radicado en México 

imagen: afiche de la  exposición de fotografías de Juan Rulfo "Juan Rulfo fotógrafo"

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